—Vamos amigo, deja de llorar— supliqué pasándole unos pañuelos a William. Finalmente había logrado sacarlo de la cama, me había preparado el desayuno y habíamos pasado toda la mañana viendo películas, pero se me ocurrió la 'maravillosa idea' de ver Siempre a tu lado. William no dejaba de llorar, no me acostumbraba, ver bajar gotas de sus ojos color verde me seguía asombrando.
—Siempre estuvo esperando— dijo entre lagrimas tomando uno de los pañuelos, limpio su nariz y me regresó descaradamente el pañuelo usado—. Gracias.
—No hay de que— dije intentando no matarlo —. ¿Vemos otra?, ¿una menos triste?
—Debo de ir a trabajar— musitó débilmente, su voz estaba quebrada por tantas lágrimas derramadas —.Tristemente aún soy el mayordomo de la familia del Norte.
—¿No puedes renunciar? — pregunté sabiendo la respuesta. Un bostezo salió de mi boca demostrando mi falta de energía, me recosté ocupando todo el espacio del sofá. William gruñó ante mi acto y bajo mis piernas del asiento.
—Debes de sentarte como una señorita— me regañó frunciendo el ceño con sus ojos color rojo, yo me reí un poco, subí de nuevo mis piernas, doblé mis rodillas y abrí mis piernas descaradamente.
—¿Así?— pregunté con una sonrisa de lado. El rubio me miro enojado evitando mostrar una risa. Tomó el control remoto y me lanzo el objeto a mi cabeza—.¡Oye tonto!— grité de dolor, William finalmente soltó una carcajada, finalmente reía.
—Tu eres la tonta— pronunció entre risas. Realmente era lindo escuchas esas carcajadas dignas de cualquier persona.
—Dolió mucho— me quejé un poco sobando donde había sido golpeada —. Aunque no importa, de todas formas, tienes que ir a ese horrible lugar— dije en un suspiro estirando mis brazos en dirección al techo —. Tengo un poco de curiosidad por conocer tu área de trabajo, ¿puedo ir contigo?
—No— contestó sin pensar—. No creo que puedas entrar fácilmente, además, las únicas veces que fuiste fueron para: uno, ser terrible mente maltratada hasta la muerte...
—Por ti, debo agregar— dije con astucia en mis palabras y una sonrisa en mi rostro.
—Y dos, para entrenar y poder matar a Jason, pero sorpresa, a pesar de tu rendimiento en el campo no puedes matar a Jason, dudo que quieras acompañarme a limpiar bibliotecas, lavar ropa, hacer papeleo, preparar té y otras cosas que hago aquí en esta casa— concluyó de hablar dando caso omiso a mis palabas—. La respuesta es no.
—Pero podríamos...— iba a sugerir algo para convencerlo, pero fui detenida por un cojín que chocó con mi cara.
—No— fue lo último que dijo. Abandonó la sala para regresar a su habitación. Yo me quedé en la sala, recogí un poco los almohadones, doblé la manta en donde nos encontrábamos tapados, apagué el televisor y me dirigí a la cocina para limpiar los platos.
Era divertido que todo lo que no hacía en mi casa lo hacía en la casa de la pareja, mi padre de seguro estaría decepcionado de mí.
No me consideraba una persona desordenada, simplemente no me molestaba en hacer los trabajos domésticos. Recuerdo perfectamente cuando mi amado iba a la casa a comer y me ayudaba a limpiar los platos, mi cama siempre se encontraba hecha, mis peluches estaban perfectamente ordenados, mi ropa perfectamente doblada y mi cabello locepillaba a diarios, para que sus dedos no se atoraran entre mis enredaderas. Claro, después de su muerte todo cambio, ya no me preocupaba por levantar el plato de la mesa, mis peluches los vendí, mi cama estaba hecha un desastre y con dificultad mi padre lograba sacarme de esa. Mi padre tuvo sus motivos para mandarme a vivir con Jason
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Reencarnada
VampirosSi mueres ¿en qué reencarnarías? Jade Persson es una joven que ha sufrido la pérdida del amor de su vida, siendo su único deseo, morir para acabar con su dolor. Su padre, preocupado, decide tomar cartas en el asunto, llevandola a la puerta de...