El piso de arriba

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Uno de mis mayores traumas de niño fue el día que nos mudamos a la nueva casa. Obviamente ya no residimos en ese lugar, pero jamas lo podré olvidar.. por muchas razones, algunas mas tétricas que otras. Cuando era niño mi familia se mudó a una casa vieja y enorme de dos pisos, con espaciosos cuartos vacíos y tablones que rechinaban. La casa era muy bonita, pero siempre me sentí incomodo, pensaba que había algo mas ahí, un día mis miedos se confirmaron.





Mis padres trabajaban, así que usualmente me quedaba solo al venir de la escuela. 

No tenía hermanos, tampoco conocía a los vecinos ni nada por el estilo. 

En ese tiempo yo era demasiado tímido como para ir y saludar a toda la cuadra, así que solo me encerraba en mi habitación a ver televisión o me pasaba todo el día en la sala de visitas haciendo cualquier cosa que se me ocurriera.

Un día que llegaba un poco tarde, la casa todavía estaba oscura. 

Supuse que mis padres no estarían, pero viendo la hora era muy probable que ellos hubieran llegado ya, hacía frió y estaba muy nublado, casi anocheciendo, así que entre rápido.

«¿Mamá?»

Grité, esperando que alguien me contestara.

Y la escuché, ellos ya estaban en casa.

Dijo con voz cantarina desde el piso de arriba:

«¿Siiiiiií 

 La llamé de nuevo mientras subía las escaleras para ver en qué habitación se encontraba, no sabía exactamente donde estaba mi madre así que solo seguía el sonido de su voz, ella me respondía cada vez que la llamaba con un«¿Siiiiiií?».

Estábamos redecorando la casa en ese tiempo, y no sabía ubicarme entre ese laberinto de habitaciones, pero ella estaba en una de las más alejadas, al final del pasillo. Me sentí intranquilo, pero supuse que era normal y me dirigí a ver a mi madre, sabiendo que su cercanía apaciguaría mis miedos. 

Justo cuando tomé el pomo de la puerta para entrar en la habitación, escuché la puerta principal abrirse y a mi mamá decir, «Cariño, ¿estás en casa?» con una voz alegre. 

Di un salto hacia atrás, sobresaltado, y corrí hacia las escaleras para ir con ella; pero cuando volteé desde los primeros escalones, la puerta de esa habitación se abrió lentamente haciendo un quejido. 

Por un breve instante, pude ver algo ahí adentro.

Pude distinguir a una mujer, pero no era mi madre..

Ni siquiera parecía humana. 

No sé lo que era, pero me estaba mirando.

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