El arte de Jacob Emory

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Esta historia toma lugar a principios del siglo pasado.

Quien la contó es un anciano de avanzada edad, y lo hace con una tristeza muy grande. 

El cuenta que Jacob Emory, si bien era un chico extraño, fue humilde, muy simpático, de habla fácil, risueño, sencillo, fácil de complacer, atento con sus amigos.

Quien hoy es anciano en aquel entonces era un niño muy pequeño, y Jacob era un adolescente.

Sin embargo Jacob no le caía bien a los habitantes de aquel pequeño pueblo conservador, porque tenía una peculiaridad que en otro caso hubiera sido incluso graciosa.

Y es que Jacob era un devorador de libros.

Siempre estaba leyendo.

Se dice que antes que empezaran las clases, mientras todos estaban jugando, Jacob simplemente estaba sentado en las escaleras leyendo un libro. Pero no es el hecho de que Jacob haya sido muy estudioso lo que le molestaba a la gente, o lo que mas bien perturbaba a las personas.

La verdadera razón es que Jacob era una enciclopedia de temas ocultos.

No es que le atrajeran las historias de fantasmas, eso es otro término.

Le gustaba el ocultismo, o por lo menos, le gustaba estudiarlo.

De hecho, he aquí un dato que el hoy anciano cuenta, incluso con un poco de risa fácil.

Y es que Jacob sabía mas del tema, que la gitana del pueblo.

Pero es lo que le ocurre a cada persona que es muy estudiosa, muy dedicada, y que tiene el infortunio de nacer en un pueblo pequeño. Este le termina quedando demasiado pequeño para sus pretenciones.

 El pueblo a Jacob le terminó quedando demasiado chico.

Así que, cuando Jacob decidió hacer sus maletas e irse, a finales de su adolescencia; la gente lo vio como un paso simplemente lógico.

El anciano entonces relata que Jacob desapareció del pueblo, y nadie mas volvió a saber nada más de el hasta dentro de muchos años, cuando dicho niño pequeño tenía la edad de 17 años.

Habían pasado 7 años cuando Jacob decidió volver al pueblo.

Estaba muy cambiado, ya no era el mismo.

Había descuidado un poco su aspecto personal, ya no era tan humilde.

Era dado a sus vicios, las mujeres y el licor que el dinero le podía comprar.

Llevaba una vida bastante nómada, no se estableció en ningún lugar, viajó y viajó.

Siempre estaba moviéndose.

El anciano recuerda haber pensado algo muy sabio para un chico tan joven en aquel entonces:

"En esos 7 años para no haberse establecido en algún lugar, tubo una vida bastante interesante.."

Jacob, con su recién adquirido aspecto de charlatán, estaba sentado en el restaurant del pueblo.

Un lugar bastante humilde, una hamburguesería.

En ese momento Jacob ve a ese chico, ese chico que hoy es un anciano.

Jacob se queda mirándolo un momento, y luego lo llama con un gesto de su mano.

El adolescente va junto con sus amigos, la pandillita del pueblo.

El y sus amigos le dicen:

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