Todo lo que se puede decir de esta familia es que la abuela había ido a una venta de jardin a mediados de los años 70, y en ella encontró un muñeco de unos 30 o 40 centímetros que le gustó. La anciana mujer lo compró por un precio razonable y se lo llevó a casa, con el pasó la ultima década de su vida, el muñeco llamado William pasó a formar parte de la decoración de la abuela.
Lo había dejado en una silla mecedora.
Una vez al año la abuela lo metía en la lavadora, y a la vez ella le tejía una prenda de vestir nueva para volver a dejarlo en aquella silla los próximos 365 días.
Era un ritual extraño, pero tierno por parte de la abuela.
El problema era que a sus nietos no les gustaba para nada este muñeco, ella decía que William era un niño mas, pero William no se veía en lo absoluto como un niño. William se veía como un hombre pequeño.
Había un "algo" en su rostro que no estaba bien, algo en su mirada que mientras mas lo observabas mas perturbado te sentías, mas incomodo, mientras mas lo observabas, corrías el riesgo de recordar su perturbador rostro durante la noche.
William era lo que menos les gustaba a los nietos cada vez que iban a ver a su abuela los fines de semana, eventualmente esta mujer muere dejando un vació muy grande en la familia.
La mama de los chicos llora a su madre, y el papa de ellos también pues la quería mucho.
Se quedan con las cosas de la abuela, y para preservar la tradición se llevan la silla mecedora y con ella a William, ese osito que tanto quería la abuela, y lo colocan en su casa. Los niños no le habían dicho nada a sus padres por temor a parecer tontos, y si los padres sabían que a estos chicos les perturaba un poco William no les habrían hecho caso, ya era hora de que maduraran.
Habían pasado años y estos chicos se habían convertido en adolescentes, y este muñeco ya era parte de la familia, seguía ahí en el living o sala de estar sobre su vieja mecedora, sin embargo estos chicos no habían podido superar aquel terror que les producia William.
William se quedaba ahí, día tras día.
Este hecho modificó de manera muy negativa la vida de estos dos niños.
Porque por su parte el chico cada vez que llegaba de la escuela evitaba verlo bajando la cabeza, ¿terrible no?, que uno llegue a su casa agachando la cabeza hasta salir del rango de visión de ese muñeco.
Y cada vez que quería ir a la cocina, al patio, o simplemente salir, bajaba la cabeza.
Y en cuanto la chica, ella era un poco mas valiente que su hermanito, pero el muñeco no le hacía nada de gracia, ella se quedaba viendo a ese muñeco de frente con una cara de desprecio.
Pero William simplemente se quedaba ahí, sentado en la misma posición viendo hacia la nada.
Semana tras semana.
Hasta que un día, William se cansó de esperar.
Todo ocurrió una noche, el niño sale de su cuarto, quiere ir al baño.
Pero para ir al baño tiene que cruzarse con la mecedora, solo que esta vez quizá por cosas del destino, sintió que algo no estaba bien.
Así que a mitad de camino se detiene, mira la mecedora, y se da cuenta de que William no esta ahí.
William esta boca abajo en el suelo, muy cerca de la mecedora.
¿Que tiene de raro que un muñeco se caiga?