De todos los tesoros que puede poseer el hombre, conocer la hora de la muerte es el más invaluable y deseado. Desde traiciones bastardas hasta guerras sangrientas han sido causadas por la necesidad de ser los dueños de tal poder.
Sal a caminar solo por la noche hacia algún cementerio con un cigarro en la mano.
Cuando veas a la persona que mas extrañes de todas las que has perdido sentada en una de las bancas del perímetro, siéntate junto a ella y ofrece un cigarro “para pasar el frío”; ríe mientras recuerdan las viejas anécdotas, llora mientras le reclamas su partida y escucha atentamente cuando su cigarrillo, que parece no consumirse mientras conversan, está por acabarse.
Ya sea tu querido amigo, tu amado familiar o tu más estimado enemigo, te preguntará si quieres conocer lo que vendrá para ti.
Pero has de saber que el conocimiento, como todo lo que vale, tiene un precio, que será perder la esperanza y la fe al saber que es lo que pasará, porque ya estás firmando como será tu destino, en vez de construirlo.
Y, ¿quién sabe? puede ser que al conocerlo prefieras nunca haberlo escuchado.
Despídete de la Muerte quién, aunque ya lo sabías, ha sido tu compañera de humo durante esta plática. Agradece, cualquiera que haya sido tu respuesta su pregunta, y camina sin mirar atrás.