El miedo o temor es una emoción caracterizada por una intensa sensación, habitualmente desagradable, provocada por la percepción de un peligro, real o supuesto, presente, futuro o incluso pasado. Es una emoción primaria que se deriva de la aversión natural al riesgo o la amenaza. La máxima expresión del miedo es el terror.
Además el miedo está relacionado con la ansiedad.
Estás solo, no tienes nada que temer, entonces:
¿De qué tienes miedo?
Recorres toda la casa asomando la cabeza antes de doblar cada esquina del pasillo; te aseguras de que la puerta de entrada está bien cerrada, hace tiempo que ha oscurecido, pero aún así haces un último esfuerzo y miras en todas las habitaciones.
Todo en orden, no va a pasar nada…
¿Seguro?
Como un ratón asustado, pasas como una exhalación delante del baño y crees haber visto algo tras la cortina de la ducha; te paras, cuentas hasta diez y te decides a entrar… era solo tu imaginación.
En este momento tu y tu imaginación son los únicos que están la casa, al menos es lo que deseas, ¿verdad?.
Cierras la puerta, eso te hace sentir a salvo, pero, ¿de qué?.
Te encaminas al salón e intentas concentrarte en el programa que estas viendo por la televisión, por supuesto antes has encendido todas las luces, notas un viento frío en la nuca y mientras te giras lentamente, tu corazón se desboca, la garganta se seca y se te eriza todo el vello del cuerpo…una corriente de aire nada más.
¿Acaso esperabas otra cosa?
Vuelves a mirar la televisión y…¿qué ha sido eso?, has oído algo caerse en la cocina.
Lástima, siempre es el lugar más alejado de tu casa.
Te levantas, te pegas bien a la pared, caminas despacio, tan despacio que parece que tus pies sean de plomo y estiras el cuello como si esperaras que de un momento a otro alguien surgiera de la última esquina.
Vamos, ya falta poco, estás frente a la puerta, alargas tu mano temblorosa hasta tocar el interruptor de la luz.. la sartén está en el suelo, no tendrías que haberla dejado en el borde de la mesa.
Riendo nerviosamente vas al salón y apagas la tele, mejor es ir a la computadora.
No estás cómodo ¿cierto?
Ese silencio en toda la casa te aterra.
Miras intranquilo hacia la puerta…¿lo has visto?, sí, es una sombra que acaba de pasar frente a tu puerta, no quieres salir a mirar, pero sabes que tienes que hacerlo, ¿para que alargar el sufrimiento?.
Sólo asomas tu cabeza y lo que descubres es…soledad.
Tranquilo, tranquilo: son tus nervios nada más.
Entras en tu página favorita de Internet y algo se le ha caído al vecino, pero a ti casi te sale el corazón por la boca. Es más de lo que puedes soportar, y notas como tu oído se “abre”, está alerta esperando ese último crujido que hará que tus nervios se vengan abajo.
Esperas un rato, un poco más…respiras hondo: todo está bien, no hay ruidos, no hay fantasmas, ni sombras; sólo tú. Es tarde y decides acostarte.
Tras de ti, la casa en tinieblas parece que te observa y un escalofrío recorre tu espalda, no miras, no hay nada, lo sabes, pero tus pupilas ya están dilatadas.
Cuando llegas a tu habitación das un salto para meterte en la cama, y de un manotazo apagas la luz.
Cubres tu cabeza con las sábanas mientras tiemblas pensando en ese ser que imaginas está alargando su siniestra mano para tocarte.
Aprietas los ojos con tanta fuerza que te duelen… pero la curiosidad es más fuerte.
Te destapas y abres los ojos para notar que no estás solo en la oscuridad…
Pero no te preocupes, esta noche estás a salvo, tus padres acaban de llegar y cierras los ojos plácidamente para tener dulces sueños.
Hoy te has salvado, pero no te confíes.
Mientras tu vivas yo viviré en ti; yo soy tu miedo y sé que cuando menos lo esperes, te atraparé.