Maya
Respiré hondo y reprimí el jadeo que me atacó. Nada era sencillo. Nuestra relación, nuestras vidas eran un jodido embrollo. ¿Entonces, por qué demonios Jungkook lo decía como si fuera una nimiedad?
Sus dedos tomaron mi mejilla, alzando mi rostro, y yo me encontré observando el profundo color negro de sus iris. Estos parecían absorberme, tirar de mí y de mi alma porque esa era su fuente de alimento. Y yo deseaba dejarme llevar, permitirme confiar en mí por completo como él lo hacía.
- Maya -él tenía una expresión relajada-, bésame.
- Pero, es ...
- ¿De verdad crees que no eres suficiente para mí? -frunció el ceño, sin dejar de acariciar mi mentón-. Tú eres más de lo que yo merezco. Te he hecho daño, te he hecho llorar, te he hecho sufrir durante jodidos años -esas palabras eran ciertas, y dolían tanto que una brecha amenazaba con abrirse en mi pecho-. Y aún así, tú me has perdonado por cosas que no tienen perdón. Me has querido aún cuando no deberías haberlo hecho, y has esperado por mí, a pesar de no saber si yo volvería a verte como una amiga otra vez -sus comisuras se alzaron en una sonrisa rota-. ¿Sigues creyendo que no eres lo suficientemente adecuada para un monstruo como yo? Maldita sea, Jung Maya. Deberías ser inalcanzable para mí después de haber sido tan miserable y horrible.
Sus ojos se habían cristalizado, pero la sonrisa seguía ahí. Jungkook quería llorar. No porque yo me sintiera así ni porque nuestra relación pendiera de un fino hilo, sino porque él se consideraba inferior a mí. Porque continuaba culpándose por todos esos meses en los que yo no tuve un hombro en el que llorar. Porque seguía siendo incapaz de perdonarse y a mí me ocurría lo mismo.
- Entonces, ¿tú ... Me aceptas? -Jungkook asintió, reprimiendo las lágrimas-. ¿Aunque pueda hacerte daño con mis problemas?
- Amo lo que sea que venga de ti -me aseguró-. No importa si es dolor ni si es sufrimiento, porque no hay nada que quiera más que aliviarte.
Sí. Estaba atrapada en su laberinto. Sus palabras me envolvían, reteniéndome si la idea de escapar surgía, y yo no intentaba oponerme ni forcejear. Jungkook me invitaba a amar de una manera que yo desconocía por completo, que ninguno de los dos había experimentado hasta ese momento, y no iba a rechazarla. Quería que las paredes de aquel laberinto se cernieran sobre mí, tan altas que solo pudiera verlo a él. Y es que, él se encontraba en la misma tesitura que yo. Jungkook había caído por mí, estaba en mi jaula, esperando por el amor del que tanto temor tenía.
"No vas a dejar de ser una chica insegura de la noche a la mañana, Maya. Jungkook es el único que te da la seguridad que necesitas para amarte a ti misma, para extender ese aprecio a él y quererlo. Basta de esperar. Basta de excusas y problemas. El amor es inconsciente, no es algo calculado ni premeditado. No piensas ni decides cómo querer a alguien. No te preocupas por lo que ocurrirá si algún día dejáis de sentir lo mismo, porque, en el caso de que ese momento llegue y ya no os améis, al menos te quedará la felicidad y el recuerdo de haberle entregado a un ser tan hermoso como él lo más importante que tendrás nunca".
- Jungkook -él se recargó sobre la pared, atento a mis movimientos-, ¿puedo besarte?
Él soltó un par de carcajadas y, mostrándome sus dientes de conejito, me miró. Una pequeña lágrima había caído de su ojo.
- Llevo pidiéndotelo desde que entraste, enana.
Yo me ruboricé por ser tan torpe, pero él me dejaba en blanco. Kook lograba que mi mente quedase en un estado de parálisis dulce y excitante que me rogaba por más.
Así que, con cuidado, fui acercándome a Jungkook hasta que su respiración se mezcló con la mía. Al mismo tiempo, fui llevando mis manos hasta sus hombros, percatándome de lo irregulares que eran nuestras bocanadas, de lo alterada que fluía nuestra sangre con cada segundo que pasaba.
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House Of Cards; jjk |+18|
FanficDonde Jungkook se enamora de la hermana de Hoseok, su mejor amiga de la infancia. -Te quiero, Maya -susurró a mi oído-. Te quiero y haré que te ames por lo que eres. Sin reproches. Sin miedos. Porque tú has sido la luz al final de mi túnel, la única...