Maya
Jungkook acomodó sus manos en mis caderas.
Más delicado de lo normal, me empujó hasta caer sobre las sábanas y encontrar una postura que fuera cómoda. Un reguero de besos fue descendiendo por mi abdomen. Él se aproximó a mí y unió nuestros labios en un beso que amortiguó mi sollozo.
Me susurró que todo estaba bien, que llorar no valía la pena, y me pidió que abriera las piernas para él junto a un mal chiste que me arrancó alguna que otra risotada de lo más amarga. Yo las separé para que él quedara entre ellas y se inclinara, arqueando su ancha y musculosa espalda. Sus dígitos serpentearon por mi extremidad, causándome una enfermiza sensación de placer al concederle aquello que se sobrepuso a cualquiera tipo de asfixia.
Jungkook se dio su tiempo para flexionar mis piernas y hundir el rostro entre mis muslos, con sus abrasadoras expiraciones impregnando mis heridas.
El brazo me cayó, sin fuerzas, sobre los ojos. No recuerdo haberme sentido tan sumamente bien como en aquel momento; Jungkook besaba y acariciaba cada arañazo, por diminuto o poco visible que fuera. No dejó de mimarme hasta pasado un buen rato. Terminó entre alterados jadeos, empapando mi piel con su sofocante hálito. Ya no había ni rastro del dolor que me causó Minho, solo un infinito regocijo por la impresión de su boca, que había quedado grabada en el rincón más recóndito de mis piernas.
Yo aparté la mano de mi vista al sentirlo reptar sobre mi complexión. Recogió el débil gemido que solté cuando su entrepierna rozó la mía y humedeció sus comisuras, con los mofletes rojos y su imponente musculatura cerniéndose sobre mí. El bulto de sus bóxers me inquietó y él se apresuró a besarme, relajando hasta el último tendón de mi cuerpo.
No se sintió mal notar su creciente erección cerca de mi estómago. No había violencia implícita en aquella apocada fricción entre nuestras partes íntimas. No fue como la presión con la que Lee se clavó en mi entrepierna la fatídica tarde de nuestro encuentro, sino algo lento y controlado. Creo que por eso detuve el beso en el que Jungkook se canalizaba; de alguna forma, me sentí culpable por excitarlo de tal manera y no poder aliviarlo como merecía.
—¿No te ... No te duele? —le pregunté, deslizando la mano por su pecho mojado.
—No, enana. Es soportable —con una tenue sonrisa me besó nuevamente, llevándose mi cordura—. No te pares a pensar en eso y déjate llevar, ¿de acuerdo? Quiero hacerte sentir bien. Aunque si te molesta, puedo parar —el sonrojo en sus pómulos me hizo curvar los hinchados labios en una sonrisa—. Sé que debe ser extraño tenerme sobre ti con ... Ya sabes. Un amiguito ahí abajo queriendo saludar.
Mis risas lo hicieron sonreír verdaderamente sonrojado, pero yo uní nuestras bocas en un beso que nos cerró de golpe el suministro de oxígeno. Jeon lo aceptó, algo cortado y evitando rozarme más de lo necesario. Cuando nos alejamos, exhaustos, yo acaricié su nuca. Si yo iba a disfrutar de lo que fuera a ocurrir allí, entonces no dejaría que él se contuviera todo el tiempo.
—No, Kookie. Puedes apoyarte en mí —le aseguré—. Sé que te gusta el ejercicio, pero si no te recuestas un poco, acabarás hecho polvo en dos minutos. No importa si tu amiguito de ahí abajo quiere saludar —aparté algo de su flequillo, inquieta por todo lo que estaba burbujeando en mi interior—. Le daré las buenas noches encantada.
Así que se acomodó sobre mí, rozando mi vientre bajo con su entrepierna, lo que le sacó en profundo quejido. Yo dejé ir un suspiro, esperando a que Kook dijera algo. Su mandíbula estaba tensa, reteniendo un gemido que no llegó a ver la luz pero que me habría gustado escuchar más de lo debido.
— ¿Qué me estás haciendo, Maya? —lo escruté, internamente satisfecha y feliz por darle algo de alivio. No era tan desentendida en el asunto y podía deducir que estar así de encendido no era algo, precisamente, liberador—. He intentado no pasar la línea y ahora ... Joder, ahora ... Solo sé que vas a volverme loco. Estoy muriéndome por tocarte y amarte, pero tú ... Tú vas a matarme, Maya. Realmente vas a acabar conmigo.
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House Of Cards; jjk |+18|
Fiksi PenggemarDonde Jungkook se enamora de la hermana de Hoseok, su mejor amiga de la infancia. -Te quiero, Maya -susurró a mi oído-. Te quiero y haré que te ames por lo que eres. Sin reproches. Sin miedos. Porque tú has sido la luz al final de mi túnel, la única...