[1.2] "Vaya mierda"

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Jungkook

El cuerpo me pesaba. Los ojos me dolían. La garganta me ardía. Todo estaba mal conmigo cuando decidí que ya había dormido lo suficiente y necesitaba estirar las piernas. Pero ... ¿Para qué engañarme? En la cama, al menos, no me quejaba cada dos segundos por mis atorados músculos o el dolor de cabeza que me entraba si intentaba encontrar otra postura más cómoda para mi pobre estómago.

Quería mirar qué hora era, algo que me indicara si había hibernado durante unas horas o años enteros, pero sentía que, si me movía demasiado, acabaría rompiéndome entre desgarradores aullidos. Y nadie deseaba escuchar los berrinches de niño pequeño que surgían cuando mi cuerpo estaba al limite. No tenía paciencia en casos como este, todos los sabían, y no iba a comenzar a tenerla con dieciséis años y medio.

- Deja de moverte -bufó a mi lado Maya-. ¿Es que quieres que se te deshaga el vendaje? Porque si eso pretendes, te podrías haber despertado antes y habérmelo dicho.

Antes de que pudiera localizar su posición en mi habitación y esconder mi sorpresa, sus manos, cálidas, hicieron algo de presión en mis hombros obligándome a apoyar de nuevo la nuca en la almohada. Por mucho que quisiera quejarme en ese preciso instante, sólo pude mirarla hacer ese adorable mohín con la mejilla.

- ¿Vendaje? -mi voz sonaba pegajosa y rasgada, y dolía horrores hablar, por pocas sílabas que fueran.

- Tu abdomen -señaló con la barbilla mientras colocaba las sábanas sobre mi cuerpo de nuevo, evitando que el calor se marchara a toda prisa de mi piel-. Tienes un moratón en el costado izquierdo, pero Jimin me ha convencido de que no te lleve a urgencias. No sé ni cómo lo ha hecho, la verdad ...

Nota mental. Agradecer a Jimin mi vida entera. ¿Y si se enteraban de mi pelea? Joder. Tenía que aprender a controlar mis impulsos pronto porque ya no podía ir por ahí soltando golpes a diestro y siniestro. Por una parte, me enorgullecía el haberle partido la mandíbula a ese imbécil, pero por otra quise darme de golpes contra la pared. Si se descubría, podían echarme con un chasquido de dedos y había llegado demasiado lejos como para arriesgarme a una despedida forzada.

Nota mental II. Pensar en las consecuencias antes de actuar. Y esa, era más importante que la primera.

- Lo siento -me limité a decir, esperando no haberla decepcionado demasiado.

Humedecí mis labios y la observé expectante. Podría sonar egoísta, incluso arrogante, pero necesitaba escuchar de su boca una vez más lo que me dijo en los vestuarios. Haciendo memoria, podía recordar casi todo lo que ocurrió allí, pero me seguía pareciendo surrealista que Maya se hubiera enorgullecido de mis precipitados actos.

Y, no iba a negarlo. Tenía miedo de que mis acciones acabasen por alejarla de mí.

Sus ojos mostraron cierta sorpresa cuando me disculpé. Yo, tan despistado como siempre, no comprendí por qué hasta que se sentó a mi lado en la cama y trató de reprimir una pequeña sonrisa a la fuerza.

- No tienes que lamentarte de nada -aclaró incapaz de mirarme a los ojos-. Bueno, de tu estado, sí. Pero no de salir a jugar, sé que lo hiciste por ellos.

- Y por ti -musité sin pensar.

Maya viró la mirada hasta mí mientras sus pómulos se coloreaban de un bonito color rojo. Sabía bien que no esperaba que yo dijera algo así, pero había decidido ser más sincero con ella, y ser sincero implicaba dejarle claro lo mucho que me importaba.

A tientas, sin dejar de observar sus ojos negros, llevé mi mano por las sábanas. Cuando toqué su piel, no me detuve y agarré su dedo meñique, cansado de fingir que no la había echado de menos durante los últimos años.

House Of Cards; jjk |+18|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora