Maya
—Jeon Jungkook, ¿vas a dignarte a decirme a dónde narices vamos o seguirás riéndote cada vez que pregunto?
El nombrado dejó escapar nuevas carcajadas y yo resoplé, cansada de aquella caminata sin sentido.
—Solo se me hace gracioso que te vuelvas tan impaciente, enana. No lo tomes a mal.
Envolvió con dulzura sus dedos entre los míos y no pude hacer otra cosa que relajarme. Las suaves caricias que daba al dorso de mi mano lograban calmarme, eso era indiscutible.
Llevábamos unos diez minutos caminando hacia alguna parte y adentrándonos cada vez más en el bosque que había a las afueras del pueblo. Lo recordaba de mi visita a Busan unos veranos atrás, pero el paseo que Jungkook me había prometido no hacía más alargarse.
Después de volver a casa de su abuela y darnos una ducha, cenamos con la señora Jeon y, tras unos cuántos esfuerzos, logramos escabullirnos de allí para estar un rato a solas. Sin embargo, Kook había tomado mi mano nada más salir, tirando de mí desde entonces sin querer decirme ni una palabra sobre nuestro paradero.
—Kookie ... —lloriqueé tras unos minutos más de incertidumbre—. ¿A dónde vamos? Ni siquiera hay luz aquí y ...
—Tranquila. No falta mucho.
Solté un suspiro, luchando por ver algo en medio de toda aquella oscuridad. Me sujeté de la muñeca de Kookie al escuchar unos ruidos a mi espalda. Su risa volvió a hacerse presente, pero no duró mucho porque las gotas comenzaron a bañarnos y una maldición escapó de sus labios. Deslicé el brazo por el suyo mientras la lluvia empezaba a empaparme la ropa y humedecerme el rostro.
La poca luz con la que nos guiábamos desapareció y todo se tornó oscuro y lóbrego por las nubes que taparon la luna llena.
Temerosa de que la fina lluvia primaveral diera paso a una tormenta, me aferré a Jeon. Él no tardó en darse cuenta de la tensión y preocupación que empezaban a dominarme, así que, de pronto, se detuvo y me tomó de la cintura.
Intenté verlo. Sabía que sus ojos azabaches bastarían para calmarme, pero la noche había caído completamente y apenas pude discernir sus hombros. Por el contrario, él tomó mis mejillas fácilmente y dio un casto beso a mis labios con él único objetivo de que esos traicioneros nervios no me rebasaran al estar en un lugar tan desprotegido.
Relamí mis comisuras, sonriendo con la timidez habitual. Las gotas de agua nos bañaban, pero él se permitió perder unos segundos solo para confirmar que yo podía continuar.
—Iremos rápido, ¿vale? —me aseguró con apremio—. ¿Te encuentras bien?
—Sí, no es algo nuevo.
—De acuerdo. Solo un minuto y no habrá más lluvia, preciosa —prometió.
Deslizó nuestros dedos para que estos se acomodasen a su gusto y nuestras manos se entrelazaron, no sin antes besar mi cabello mojado. Respiré hondo y lo seguí en cuánto reanudó el camino.
Jungkook conocía el trayecto de memoria, me quedó claro. Había decisión y confianza en su forma de andar y de llevarme, así que me aseguré de que el miedo no lograra poseerme. Si él no estaba preocupado por nada, yo tampoco tenía por qué estarlo.
En algún momento, algo puntiagudo rozó mi piel, aunque ni siquiera fue algo memorable, por lo que continué aferrándome a la mano de Kook y caminando a ciegas. Solo quería llegar al lugar al que nos dirigíamos de una buena vez y dejar que esa opresión en mi caja torácica desapareciera.
No nos llevó más de lo que él dijo. Choqué con Jungkook unos segundos más tarde, topando con su ancha espalda y apoyando la frente en ella, aspirando con vehemencia para evitar perder la estabilidad que seguía conservando.
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House Of Cards; jjk |+18|
FanficDonde Jungkook se enamora de la hermana de Hoseok, su mejor amiga de la infancia. -Te quiero, Maya -susurró a mi oído-. Te quiero y haré que te ames por lo que eres. Sin reproches. Sin miedos. Porque tú has sido la luz al final de mi túnel, la única...