El orgullo de Dai

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Daishinkan paseaba por los jardines del castillo de Zeno-Sama, hacía las labores que le correspondían. De la nada sintió una presencia tras él y volteó.

- ¿papá? - se extrañó - ¿qué haces aquí?

- eso es lo que te iba a preguntar - se cruzó de brazos - Dai... estás de vacaciones! creí que estarías con los chicos.

- no papá, tengo cosas que hacer - siguió con lo suyo.

- hijo - Seth lo detuvo - ¿no pasarás tiempo con ellos?

- no lo veo necesario - siguió indiferente.

- oye - se acomodó los lentes - ¿acaso no los amas?!

- un ángel no puede sentir amor - se cruzó de brazos - y tú lo sabes...

- eso no es cierto! - le explicó - yo amo a Abby, Tobías, a tus hijos - sonrió nostálgico - y también amo a Jackie...

- papá, no sé usted, pero yo si sigo al pie de la letra el código de ángeles!

- seguir ese código es aburrido! - se acarició la barba - el amor es lo más importante, no ese maldito código!

- lo siento, pero no saldré de aquí! - mantuvo su postura.

- Dai! - le pidió Seth - por favor! tus hijos te están esperando y no vas por simple orgullo!

- pues no me importa! - respondió - tengo mucho que hacer. Si tú quieres ve con ellos, pero yo no iré.

- ¿ni por el amor que ellos te tienen? - se puso frente a él.

- amor no correspondido no es amor - dijo fríamente - y yo no amo.

- si los amas Dai - sonrió - todos amamos, no existe un ser en el multiverso que no tenga ni una gota de amor en el corazón!

- pues mírame... - se cruzó de brazos - yo no amo a nadie...

- eso no lo creo - sonrió - pero ya que me lo negarás, voy a demostrártelo - sonrió e hizo un movimiento de manos, ambos aparecieron en un lugar muy extraño.

- ¿dónde estamos? - preguntó Daishinkan.

- en la tierra, universo 7 - le explicó y le dio unas llaves.

- ¿y esto? - se confundió.

- son las llaves de tu auto - señaló un microbús blanco y le dio una palmadita en la espalda, luego le dio un papel - es la dirección de tu casa.

- ¿mi casa? -  comenzó a reír - ¿de qué estás hablando?

- escucha Dai - le explicó - mi trabajo será demostrarte que en realidad si los amas. Me encargué de esconder muy bien a tus hijos por todo el mundo, tú deberás buscarlos - le dio un maletín lleno de billetes - esto será suficiente...

- papá!! - se indignó - ¿cómo se te ocurre?!

- eso no es todo, no podrás sentir su Ki, tampoco regresar a tu castillo sin antes demostrar que en realidad amas a tus hijos... por cierto, no tienes acceso a tus poderes!

- ¿qué?! - intentó lanzar una bola de Ki pero no tenía caso - ¿por qué me haces esto?!

- por tu bien hijo - se disponía a irse - por tu bien...

- espera! - lo detuvo - ¿y cómo se supone que los voy a encontrar si ni siquiera sé donde estoy?

- pidiendo ayuda, haciendo amigos - sonrió - será la única manera.

- me niego rotundamente a hacer eso - se cruzó de brazos.

- pues si no lo haces te quedarás aquí por siempre! - se burló Seth dejándolo a su suerte.

12 ángeles, 1 amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora