Friendzoneando al Gran Sacerdote

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- ¡el extraterrestre escapó! - gritaron los militares al darse cuenta, al parecer la distracción de Gabriel sí que había dado frutos.

- vayan por él - dijo el encargado de los militares - y ustedes vayan por la silla eléctrica - señaló a otros militares - ¡ya!

- ¡sí señor! - fueron a hacer lo que les pedía, pero al ir a la habitación de tortura se toparon con que la puerta estaba trancada y no podían abrirla si no era con la llave que Paulo había conseguido.

- coño... - susurró este ya que hasta el momento no había logrado hacer mucho para sabotear la máquina y era cuestión de tiempo para que lograran abrir esa puerta.

Con toda esa presión sabía que debía pensar rápido, por lo que decidió que trataría de quemar la máquina, cosa que él era experto haciendo y dio resultados mínimos, pero ya era un avance. Supo que estaba haciendo las cosas bien cuando tocó la silla y recibió una pequeña descarga eléctrica como la que recibió al tocar la esfera de ayuda.

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Mientras tanto en las Bartolinas:

- cielito, ¿ya? - Simón ya estaba impaciente - vámonos vámonos.

- espérate - siguió concentrándose en lo suyo y se preparó para que la pequeña bomba que hizo explotara, cosa que no ocurrió.

- ¿a qué hora? - Simón se cubrió lo mejor que pudo con el colchón de la cama.

- no está funcionando... - empezó a frustrarse.

- ¿será que no lo calentaste lo suficiente?

- claro que sí, el tubo está caliente y no queremos que se funda - negó con la cabeza - pero si hice todo bien.

- no te preocupes, a lo mejor solo es cuestión de tiempo para que explote...

- ya pasaron 15 minutos y los guardias van a venir, estamos más que perdidos - tomó su cabeza con ambas manos.

- pero estamos juntos y eso es lo más importante - sonrió por jugar.

- no inventes - Ulises hizo mala cara y de la frustración lanzó el tubo contra el piso y por agitarlo de esa manera se generó la combustión y explotó derrumbando una parte de la pared - ¡mierda! - se quejó.

- ¿qué pasó? - Simón empezó a toser y empujó unos ladrillos que ya estaban sueltos de su pared - ¿estás bien?

- n-no... - miró su mano, había perdido dos dedos por la explosión y había sangre regándose por todos lados - pero no hay tiempo que perder - tomó valor, antes de que los guardias llegaran, ya que ese ruido fue ensordecedor y seguro que más de un guardia lo habría escuchado, sin contar el humo que salía de ahí - corre... - ambos salieron corriendo.

Hugo, quien estaba cruzando por el balcón del cuarto de cámaras hacia la guardería, se encontraba justo arriba de ellos y como se desprendió un poco de la pared, eso hizo que se resbalara y cayera desde el segundo piso.

Cerró los ojos con fuerza esperando la dulce muerte pero aterrizó en los brazos de alguien que le había salvado la vida. Abrió los ojos y vio a Ulises, cosa que lo sorprendió.

- g-gracias... - habían tenido problemas recientes desde que se enteró de lo de Roxanne pero no pudo evitar mostrarse agradecido.

Por el humo y por las pequeñas llamas que salían del cuarto de torturas se dio la señal de emergencia y todas las puertas de las celdas se abrieron, luego los presos no dudaron en correr por sus vidas escapando de las celdas, mientras que Paulo siguió haciendo su trabajo.

Todo estaba saliendo relativamente bien hasta que la alarma de incendios se encendió y empezó a llover en el sitio. El fuego se apagó, pero como la silla ya estaba averiada empezó a hacer corto circuito al contacto con el agua y tiraba chispas que podrían quemarlo y electrocutarlo a partes iguales, después de todo esa silla era muy poderosa.

Salir por la puerta no era una opción, iban a verlo y podría enfrentar cargos penales por sabotaje y así como eran en esa base no terminaría nada bien para él

Su única alternativa era la ventana, si se lanzaba y moría al menos le quedaría la certeza de que Dai no podría ser ejecutado.

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- no inventes - Juan negó con la cabeza - ¿y esa quién es?

- no hay tiempo de explicarlo, no me iré sin ella - fue a buscarla.

- te van a descubrir y no habrá servido de nada todo este plan.

- Hijo, no me discutas - dijo como si nada y fue por Sam, quien seguía muy tranquila en la celda que compartían - Sam, Sam - le susurró.

- hola Dai - se sorprendió de verlo ahí - ¿te dejaron libre?

- no, pero hay que irnos, rápido - abrió la celda, como estaba desde afuera sí pudo hacer eso - vamos vamos...

Sam salió y Dai la tomó fuerte de la mano mientras Juan los llevaba corriendo hacia la nave donde ya estaban esperándolos Chris y Peter.

Cuando por fin llegaron a la nave, Sam dio un paso atrás.

- te agradezco todo lo que has hecho por mi Dai, eres un gran amigo... pero aquí me quedo.

- ¿de qué estás hablando? - se negó rotundamente a ello - tú vienes conmigo...

- no, ya me las arreglaré yo sola, entre tanta gente será sencillo huír, ¿no te parece?

- Sam por favor deja de pensar esas cosas y ven conmigo, te lo ruego - juntó sus manos a modo de súplica.

- ya di mi respuesta, te agradezco de corazón pero vete solo. Sé que lograrás llegar a tu casa a salvo.

- ¿qué hay de ti? - la miró con lágrimas.

- ay no llores Dai, estaré bien - besó su mejilla y se fue.

- ¡Sam! - corrió tras ella sin importarle que pudieran descubrirlo y atraparlo nuevamente - ¡Sam!

- Dai vete - se preocupó ya que podrían encontrarlo y capturarlo nuevamente.

- Sam por favor, por favor - ya no encontraba cómo convencerla de que lo acompañara - ven conmigo, ya te dije que añoro profundamente casarme con una mujer como tú...

- Dai, querido - lo miró a los ojos - lo dije una y varias veces... te veo solo como un amigo.

Continuará...


12 ángeles, 1 amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora