¿no muerde?

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Kitty se dirigió a la habitación de Peter y tocó la puerta.

- Peter... soy yo ¿puedo pasar? - preguntó pero no obtuvo una respuesta, así que decidió entrar.

Cuando lo hizo encontró al chico profundamente dormido y temblando de frío.

- Peter! - trató de despertarlo y lo logró.

- ¿qué quieres? - preguntó al fin de mala gana.

- quiero que me digas que tienes... así tal vez pueda ayudarte.

- me siento terrible - dijo al fin - me duele la cabeza, tengo fiebre y me duele el pecho - la miró - se lo comenté a Ulises y me dijo que no muriera mientras él estaba en el cuarto porque iban a creer que él me asesinó - comenzó a reír debilmente.

- iré a regañarlo luego - movió la cabeza negativamente tratando de no reír - ¿necesitas algo?

- ayúdame a levantarme - dijo al fin.

La chica lo ayudó con cuidado y cuando se levantó lo ayudó a mantenerse de pie, pero no pasó mucho tiempo para que cayera de rodillas por lo débil que estaba.

- tranquilo - lo acostó en el piso con delicadeza y le tomó la temperatura - tarde o temprano vas a arder en llamas - le dijo en broma y eso solo hizo que se preocupara - no hablaba enserio!

- ¿dónde está Danna? - preguntó al fin.

- ¿quieres que vaya por ella? - le preguntó. Este asintió con la cabeza y la chica fue por Danna.

- oye - Peter la llamó.

- ¿qué es lo que quieres? - dijo muy molesta.

- quiero que presencies mis últimos minutos de vida - dijo con un tono serio.

- Peter basta, déja de comportarte como un niño! ¿cómo se te ocurre decir que vas a morir?! - lo regañó Kitty.

- si te vas a morir, muérete ya! - dijo Danna fríamente. El chico cerró los ojos dispuesto a morir pero obviamente no lo consiguió.

- no puedo - siguió intentando - morir es más difícil de lo que creí.

- ni eso puedes hacer bien! - se decepcionó y salió de la habitación.

- espera! - intentó levantarse del piso pero estaba muy débil, así que le pidió ayuda a Kitty y esta lo recostó en el sofá del cuarto - dile a Danna que regrese.

Kitty fue a cumplir la órden pero la otra chica se negó.

- Peter - Hugo entró a la habitación - ¿qué hiciste ayer por la noche?

- eso no te importa! - se sonrojó.

- dimelo! Tal vez eso me ayude a encontrar un diagnóstico... soy doctor por si no lo sabías.

- me acosté con varias chicas, unas 6 tal vez sino es que más - se puso a pensar - todo estaba bien, esta mañana luego de bañarme comencé a sentirme mal, al rededor de las 7 am.

Hugo abrió los ojos como platos algo preocupado.

- no creo que sea eso - dijo para si mismo - de seguro te dio fiebre por la presión atmosférica - trató de darle un diagnóstico no tan preocupante - si, eso es! 

- ¿qué debo hacer? - lo miró a los ojos.

- rezar - asintió con la cabeza - aunque... puedes optar por tomarte un par de pastillas para la gripe, es otra opción - se las entregó.

- gracias - se las tragó de una vez y sin agua.

- pronto de seguro te sentirás mejor - le aseguró para tranquilizarlo.

Luego de unos minutos, como por arte de magia, Peter recobró fuerzas y comenzó a sentirse mejor, luego su ánimo regresó a ser como el de antes.

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Mientras tanto en la playa:

Ulises se encontraba caminando junto con Colita a la orilla del mar. De pronto una niña se acercó corriendo y comenzó a acariciar al zorrito.

- ¿no muerde? - le preguntó al chico y este negó con la cabeza - que lindo es! ¿cómo se llama?

- Colita - dijo secamente sin interesarse en seguir la conversación.

- hola Colita - lo siguió acariciando - eres muy lindo! ¿no muerde?

- ya me había preguntado eso antes - se cruzó de brazos.

- ah, cierto - comenzó a reír y se dirigió a Ulises - me llamo Svetlanna Caprushkin Katova, soy Rusa ¿y tú?

- Soy Ulises - dijo de manera escueta.

- ¿de dónde eres Ulises?

- Costa Rica - dijo frío.

- Betty! - se acercó una chica de piel blanca, ojos verdes y una larga trenza castaño oscura - ven! ¿qué te dije de hablar con extraños?

- él no es ningún extraño! Es Ulises - tomó a la chica del brazo y la llevó a él - amigo, ella es Danka Zamok, mi niñera...

- hola - dijo la chica algo apenada.

- hola - Ulises correspondió el saludo algo incómodo.

- discúlpala - miró a la niña - vámonos, hora de irnos.

- no quiero irme! - se abrazó a una palmera y Danka trataba de llevársela.

- llamaré a tu padre! - sacó su teléfono y la niña no tuvo más remedio que obedecer.

- yo quería un zorrito - le dijo la niña a Ulises - pero mi padre me lo negó porque dijo que ya tenía suficiente con mis 10 perritos 

- vaya, siempre quise tener uno - suspiró el chico.

- ¿un perrito? - preguntó la niña.

- no, un padre...

Continuará...



12 ángeles, 1 amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora