La última recluta

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Pasaron días, todo se tornó "normal". Luego de pasar unos días de calidad con su esposa, Paulo regresó a Rusia donde estaban todos los demás.

Juan también regresó, acompañado de Dominica, a quien Dai hizo el ofrecimiento de acompañarlos pero ella se negó, no quería dejar a sus presuntos padres solos. 

- me temo que tendremos que despedirnos - dijo Juan hablando a solas con ella.

- si, eso creo - le sonrió dulcemente.

- oye... con respecto a lo del vi... - la chica no lo dejó terminar ya que le tapó la boca.

- no digas nada de eso, nadie más que tú y yo debe saber cómo te traje hasta aquí...

- está bien - la miró a los ojos. Ese día en particular se veía preciosa. Es una lastima que en todos los días que estuvieron juntos nunca reunió el valor para decírselo.

- ¿y bien? - dijo ella sin dejar de mirarlo - ¿me vas a extrañar cuando te vayas?

- claro que lo voy a hacer - dijo obvio - además... te mandaré cartas, memoricé tu dirección solo para eso - sonrió.

- ¿y qué pasará si esta es la última vez que nos vemos? ¿si te olvidas de mi, si alguno de los dos... ya sabes, muere?

- eso no va a pasar - mostró la palma de su mano derecha en señal de juramento - te juro por mi madre, que es lo más valioso que tengo, que no voy a morir, de ninguna manera, hasta haberte visto de nuevo y que nunca te voy a olvidar.

- ok - hizo lo mismo - te juro por... - se quedó pensando - te juro por Juan Gregorio, quien es lo más valioso que tengo, que tampoco voy a morir, de ninguna manera, hasta haberte visto de nuevo y que nunca te voy a olvidar.

Juan sonrió al escuchar eso y tomó una de las manos de la chica.

- si tienes algún problema, por más insignificante que sea, llámame... y te prometo que moveré cielo y tierra para estar ahí y ayudarte...

- gracias - sonrió un poco sonrojada - Cuando quieras quedarte en Irlanda con tu novia, ya sabes donde puedes hacerlo...

- Cuando quiera una novia, iré a buscarte... - le dijo con una mirada sincera.

Apretó un poco la mano de la chica y esta correspondió entrelazando sus dedos con los de él. Poco a poco tomó valor y acercó su rostro.

- creo que ya debes irte - señaló a todos que estaban preparando las maletas para ir a quién sabe donde.

- Si, eso me temo - miró a la chica a los ojos por largo rato, no sabía como, pero tendría que volver a verla - te quiero, Dominica.

- yo también te quiero, Juan.

Rozaron sus narices con mucho cariño, nunguno tenía el valor suficiente para dar el siguiente paso. Juan por fin tomó aire y se acercó a sus labios. La chica lo alejó.

- ¿qué sucede? - preguntó él consternado.

- probablemente conozcas a muchas chicas, de muchos países... y probablemente más de una te parezca bonita - lo miró a los ojos - pero si las besas, te terminas aburriendo de ellas, o en cualquier caso, casi nunca las recuerdas. Y yo no quiero pertenecer a ellas, quiero que me recuerdes como la única que no besaste... ¿sabes por qué? Porque te estaré esperando, día y noche, si regresas significa que me querías de verdad, si regresas significa que estuviste todo el tiempo pensando en mi, en cuándo volver a verme, en cómo regresar...

Juan solo sonrió y la abrazó, se abrazaron mucho rato hasta que llegó la hora y tuvieron que separarse.

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12 ángeles, 1 amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora