El último ángel

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- te dictaré exactamente lo que tienes que escribir y ojo... sé cuidadosa porque si te equivocas aunque sea en una cosita te cagaste en Dai - Hugo le decía a la niña.

- qué sucio - Betty hizo mala cara y se puso lista para anotar.

- muy bien... - se aseguró de que en el otro cuarto no hubiera nadie para entrar con cuidado abriendo la ventana. Luego puso seguro en la puerta para que nadie fuera a entrar y empezó a buscar esos códigos - raya...

- ¿tengo que escribir esa palabra? - se extrañó.

- no, solo dibuja una raya horizontal, anda - siguió dictando.

- raya - ella obedeció.

- punto...

- punto - lo hizo obediente - ¿qué más?

- los escribiste separados, ¿no?

- no... - Betty borró el punto para ponerlos separados - ahora sí.

- aunque... ahora que lo pienso si es una clave de corrido eso no tendría mucha relevancia... en fin - se alzó de hombros y siguió dictando - punto raya, esos juntos.

- sigue - los escribió.

- raya raya - dijo entonces. 

- ajá... - lo anotaba y a la vez estaba pendiente por si venía la militar, pero tenían la ventaja de que Kitty estaba distrayéndola.

- ahora tres rayas.

- ¿eso es una letra? ¿cuál es?

- no tengo idea, no tengo cara de Paulo como para saberlo - se alzó de hombros - luego de las tres rayas debes poner tres puntos, esos juntos porque también deben formar una sola letra...

- claro - lo hizo, según lo que Chris le había explicado antes, eran 7 dígitos así que solo les faltaba uno.

- aho... - fue interrumpido.

- cállate cállate - dijo lo más bajo que pudo y Hugo guardó silencio.

- ya volvimos - se escuchó la voz de la guardia, quien regresó con Kitty y se extrañó al percatarse de un pequeño detalle - ¿dónde está el niño?

- salió - dijo Betty rápido.

- ¿dónde se fue?

- eh... dijo que quería tomar agua y por eso fue a buscar.

- ¿pero qué le pasa? aquí hay un oasis - señaló un garrafón de agua literalmente en ese cuarto - no me estás mintiendo, ¿o sí?

Betty ya no sabía que decir y Kitty, quien sabía de mentiras, fue al rescate.

- ese niño es raro, tiene una enfermedad congénita que solo lo hace poder tomar agua de chorro, nunca purificada porque le da dolores.

- ¿se puede saber en dónde? - siguió sin creerles nada.

- ¡en las trompas de Falopio! - dijo Betty inocente.

- p-pero... - ella se desconcertó más, ya que después de todo los varones no tenían.

Kitty, a la vez que luchaba por no reírse, fingió que tenía dolores en la espalda y hasta lloró fingido para hacerlo más dramático y creíble. La guardia quiso ayudarla, por lo que dejó de pensar en Hugo y la llevó a la enfermería.

- ¡listo! - Betty le dijo al otro - apúrate.

- punto raya punto...

- terminamos... - se puso muy contenta.

12 ángeles, 1 amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora