Chocovito

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Llegaron al lugar y como habían previsto, escondieron la pistola ya cargada en Kitty, quien como estaba embarazada no tuvo la necesidad de pasar por el detector de metales. Paulo hizo de las suyas y la convenció de esconder su encendedor también para poder ingresarlo, una vez entraron, se lo devolvió.

- gracias jermu merecés el cielo - lo guardó nuevamente y luego empezaron a dispersarse a las áreas que les tocaban a cada uno, no sin antes desearse buena suerte.

- vamos niños - Kitty empezó su trabajo y extendió sus manos, una la tomó Betty y la otra Hugo, cosa que se vio muy normal por lo que los militares no les prestaron atención.

Danna se acercó a Kitty, tomó la pistola disimuladamente y la escondió en su ropa, luego también se fue a hacer lo que le correspondía acompañada de su chihuahua, quien la seguía.

Ester caminó directamente a la cocina a paso lento, tranquila para no levantar sospecha alguna, saludó a la otra señora que preparaba la comida y empezó a ayudarle. Ella pensó que a lo mejor era una ayudante que habían contratado por lo que no le pregunto nada, solo se pusieron a trabajar.

- ¿a qué hora salen a almorzar, disculpe? soy nueva aquí...

- no han de tardar mucho - miró su reloj de muñeca - pero le aviso que los presos salen en dos grupos, por lo que hay que preparar dos raciones iguales. Los guardias comen con ellos pero si comida es especial, la comida premium está allá - señaló lo que debían preparar.

- puedo encargarme de esa - dijo muy segura.

- no son muchos platos, así que no debería costarle - se alzó de hombros dejándola trabajar.

Ester sonrió, hacerse con la comida de los guardias fue mucho más fácil de lo que había pensado, por lo que puso manos a la obra y empezó a prepararla tal y como se le había indicado, con la diferencia de que agregó unas "pocas" gotitas de laxante a la fórmula.

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Mientras tanto, en las bartolinas:

- prisioneros cuyos nombres empiezan de la "A" a la "L", en 15 minutos el almuerzo estará servido y podrán ir a comer, así que alístense - avisó uno de los guardias - y tú - miró a Paulo quien iba pasando con su uniforme de conserje y empujando una carretilla de limpieza - ve a limpiar la celda 14, anoche un preso mató a otro ahí en un ataque de locura - le ordenó.

Paulo asintió y fue a hacer lo que le pidieron.

- coño de tu madre, este lugar huele a cacho quemado - dijo para sí mismo cuando entró a limpiar.

Simón, al escuchar esa voz y percatarse de que el guardia había salido un momento, sonrió malicioso.

- Ulises, ¿soy yo o aquí está naricitas sexys?

- no sé de qué estás hablando - dijo el otro muy ocupado arrancando una pata de metal de la cama para poder meter las cartas en pedacitos y un poco de agua.

- no creas que estoy loco, de verdad escuché su voz, ¿no me crees? te lo compruebo ahora mismo - sonrió - ¡prefiero probar el pito! - gritó.

- ¡que la derrota! - Paulo, desde la celda donde estaba le contestó. A Ulises le dio mucha gracia por lo que no pudo concentrarse bien.

- ya cállate Simón - dijo entre risas - debemos conseguir algo de fuego para que esto funcione.

- habla con tu amigo, ese sí que me causa fuego interno tan solo de imaginármelo sin ropa - se mordió el labio.

- pero claro - se acordó de cuando Paulo les contó sobre su piromanía - al parecer la suerte por fin nos está sonriendo - ¡pst! - se las arregló para llamar la atención del argentino lanzando cosas pequeñas hasta que por fin lo consiguió.

12 ángeles, 1 amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora