7.- Pequeños Peligros.

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Me desperté a causa de la alarma ¿Por qué tengo puesta la alarma? Me dije mientras salía de los brazos de Kaled, él seguía sin darse cuenta de que un artefacto hizo un ruidillo colosal para unos oídos mañaneros, pero supongo que esta bien, es un demonio y que si quiere duerma todo lo que quiera.

Miré la hora, las ocho de la mañana ¿¡Qué clase de loca se levanta un Sábado a las ocho!?

Comencé a desesperarme cuándo recordé quee veía con Adriano en la cafetería, pero después de lo que paso siento que sólo debo creer en la palabra se Kaled, y no en ninguna de esas personas que se llamaron "amigos" y que me querían quemar como bruja.

Me sentí algo deprimida en ese momento, creía tener por fin amigos con los cuáles compartir momentos y oportunidades, pero supongo que el ser amable de parte de ellos fue para protegerse de mi. Me siento algo decepcionada, pero al menos se que Hellen y Victoria no tenían nada que ver, que ellas lo hicieron por que les nació hacer algo bueno por mi.

Me levanté y fui a mi tocador para hacerme un moño, al llegar ahí noté mis ojos totalmente negros, asustada me hice para atrás, tropezado y cayendo a la cama. Pero ni eso levantó a Kaled, me volví a levantar y me vi en el espejo, esta vez mis ojos aceitunas estaban ahi.

Me hice un moño para ir al baño, miré por la puerta y no había señales de mi madre, salí cerrando atrás mío la puerta. Entre al baño e hice lo que una persona con necesidades hace, salí secando mis manos en mi pantalón de chándal cuándo escuché un grito.

- ¡Eleanor! - me llamaron, me apresuré para llegar a mi habitación y ver que Kaled volvía a ser un ángel negro, estaba algo alterado destrozando algunas cosas a su alrededor.

- Tranquilo... - le dije y ahí fue cuándo me vio, se acercó a mi y me abrazó. No se le da bien el levantarse sólo, pero acepté su abrazo para ver como sus alas se cerraban y desaparecían para volverlo un humano de nuevo.

Se separó de mí y noté saliva seca en su mejilla, no se lo dije hasta que se fue al baño y comencé a reír. Caminé a la cocina y al ver que no estaba la cafetera prendida supe que Mamá se quedó dónde Papá, no me molestaba, de hecho eso le da más libertad al demonio que esta hospedado en mi habitación. Pensé en ir a algún sitio, pero primero necesito saber que se controlará o todo lo que haré me dejara aún más como una bruja.

Escuché como bajó las escaleras, solo traía el pantalón con el que vino y la camiseta que llevaba puesta ahora la lleva en la mano. Abrí mi boca del asombro al ver su torso... ¡Madre Mía! ¡Qué Demonio!

Me sonrió de lado para tirar su camiseta a mi cara, si es un demonio tendrá su ego por los cielos, y yo no ayudo en eso. Caminó a la cocina para buscar algo entre los cajones, al encontrar unos cerillos tomó una hoja y la prendió en fuego.

Si quería incendiar mi casa, no lo permitiría, primero muerta. Pero vi como la hoja no se quemaba totalmente, sólo los bordes lucían quemandos y aún con algunas llamas, comenzó con el dedo a escribir algo. Esto es nuevo para mí, con el dedo escribía y lo regresaba a la llama, como si fuera tinta, pero al escribir era fuego lo que dejaba como palabras.

- ¿Qué haces? - pregunté al ver que seguía en eso.. ¿Y por qué la cerilla no se consume?

No me hizo caso y regresó su dedo al fuego, noté quemaduras en él y me acerqué para tomar su muñeca.

- Los humanos nos lastimamos con todo. - le dije y el me sonrió para poner el dedo al fuego de nuevo.

- Yo no soy un humano - ¡maldito demonio y sus extraños poderes! ¡Y candente cuerpo tentador!

Ya se estaban comenzando a alborotar mis hormonas, tragué duro para soltar su mano y caminar fuera de la cocina, lo dejaría solo con su egocentrismo.
Y lo que me faltaba, que obstruya el paso con su maldito fuego, pero que bien que no quema nada, por qué quien estuviera sacando humo sería yo. Giré a verlo y vi que me miraba, apuesto que vio lo enfadada que estaba con su ignorancia.

Cerró la carta y caminó hacía mi, me mostró su dedo quemado, que ahora estaba sano. Le miré con una ceja levantada, está bién que sea un demonio pero también quiero tener la necesidad de cuidarlo, como un hermano o amigo

- ¿Para quién es esa carta? - pregunté y él me sonrió levemente.

- Para el Abismo, necesito avisar que no estaré por un tiempo. - dijo y yo asentí.

Claro, yo lo tengo aprisionado por qué quiero conocerlo, y si él se quiere ir yo no lo detendré. Igual no creo que me deje en paz por mucho tiempo, y supongo que me agrada la idea. Tenerlo por aquí va a ser entretenido y divertido.

Iba a decir algo más, pero escucho el timbre de la puerta, no creo que sea Mamá ya que ella tiene llaves, fui a abrir y veo a Adriano parado frente a mi con una sonrisa, Kaled de inmediato estuvo atrás de la puerta escuchando que diría sin ser visto.

Lo vi perpleja ya que no me llamó ni escribió para preguntarme si llegué bien, me concentré en no demostrar cuán enojada estaba y levanté las cejas en forma de sorpresa.

- Adriano... - dije y él se acercó para darme un beso, pero sentí la puerta cerrarse alejándonos, y supuse que era Kaled. - Ehm.. ¿Qué haces aquí? - le pregunté ahora siendo algo brusca.

Él me sonrió, no se por qué de repente siento tanto odio.

- Vine a saber como estabas. - habló y Kaled estaba clavando su mirada en mí haciéndome sentir incómoda. - ¿No me harás pasar...? - preguntó empujando un poco la puerta, yo traté de empujar a Kaled fuera de aquí pero mi mano recayó en su pecho.

¡Santos Demonios! Miré disimuladamente a Kaled y por suerte estaba tan concentrado en que no entrará, lo empujé un poco más y logré que me vea molesto para irse a la cocina.

No quería molestarlo, solo que estamos hablando de Adriano, el chico que me gusta y... Kaled mi demonio que debo cuidar, luego hablaré seriamente con él.

Abrí la puerta y me disculpe, lo guíe a la sala y nos sentamos uno frente a otro en los sofás, la pequeña mesita de vidrio nos separaba lo suficiente por suerte, Adriano venía con una chaqueta de cuero negra que lo hacía lucir tan chico malo, pero si supieran que el ve Peppa Pig con sus sobrinas...

- No fuiste a la cafetería hoy, por eso vine a verte. - dijo y yo me hice la desentendida.

Apenas dejé 2 minutos a ese demonio y se hizo un demonio! Y esperaba que lo vaya a ver para tomar un maldito café mientras Kaled destruía todo a su paso, pero si sonreía como lo estaba haciendo podía reconsiderar lo del café.

- Recién me levanto... - me interrumpo al ver a Kaled atrás de Adriano apunto de rostizarlo. - Qué tal si nos vemos mañana para tomar ese café. - le sonreí forzada mientras veía a Kaled negar.

Kaled apagó el fuego pero se acercó a mi con una sonrisa de superioridad, le negué a la vez que se sentaba junto a mí.

- Eleanor, pero tu dijiste que mañana íbamos a pasar juntos. - se hizo el confundido y yo miré nerviosa a Adriano, y él lo miraba a Kaled frunciendo el ceño.

Bufé esperando a que Adriano pensara cualquier cosa mala de mi, como por la pinta que tiene Kaled al estar sin camiseta, y al yo no ir a verlo. Gracias Kaled, me gustaría desquitarme contigo, pero primero terminó yo castigada antes de yo gritarte.

Adriano lo señaló como preguntando quién es.

- Es un estudiante de intercambio, estudia en la misma Universidad que yo. - dije rápidamente, apenas me entendí yo, pero fue la mentira más creíble que me había inventado.

Tener a Kaled me esta haciendo daño, y las cosas empeoraron cuándo una mujer hermosa bajó por las escaleras.

Una chica de cabello rojo como el fuego, un vestido negro pegado al cuerpo mostrando unas piernas de infarto, y una maldita sonrisa como si supiera que es hermosa.

¿Qué más viene? ¿El mismo Satanás?

Bueno... mejor a el no lo llamo.



N/A.

Capítulo 7!!!!

Más largo!! Este capítulo es más largo, quise sacarlo de la rutina de Demonio/Peligro/Muerte, aquí viene el cliché con los celos y triángulos amorosos.

O no?...

Nos vemos!

Besitos


R&O.

DemonioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora