40.- Determinación.

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Eleanor's POV

Bajaba las escaleras junto Cinco que evitaba que me tropezara o algo por el estilo, seguía con las vendas alrededor de mi cuerpo y sentía cada herida cuando me movía.

Kaled se había ido en el instante que mi padre lo llamó para algo que no tengo idea, se fueron por la mañana y no han vuelto.

Fuimos a la cocina, tenía hambre pero no era aún la cena por lo que decidí prepararme algo por mi cuenta. Al entrar varios cocineros giraron a mi dirección sorprendidos, los saludé y miré a todos lados en busca de una cocina desocupada.

- ¿Desea algo señorita Eleanor? – preguntó un señor con vos temblorosa.

Le sonreí antes de asentir mientras agarraba algunas cosas para prepararme cualquier cosa.

- ¿Cuál es el tomate? – pregunté y una señora mayor me lo señaló, creí que sería fácil prepararme algo pero al ver que no eran los mismos ingredientes y aún no sabía identificar cual era cual. – ¿Me  ayudan? – pregunté avergonzada y Cinco a mis espaldas se reía de mi ingenuidad.

Me fueron ayudando a identificar mientras cortaba algunos vegetales, fui descartando una que otra cosa al ver que era… demasiado desagradable para una comida. Nos quedamos horas y horas metidas en esa gigante cocina, me habían recibido como parte de ellos y Cinco como mi dama de compañía aún no oficial estaba asegurándose de que todo esté bien.

Eso me distrajo hasta que llegó el momento de la cena, todos me agradecieron al ver que era algo delicioso y distinto a lo que suelen hacer. Aunque lo viera como algo normal de mi mundo, para ellos era algo nuevo.

- Gracias, nos vemos. – Me despedí agitando la mano.

- Nos vemos, señorita Eleanor. – dijeron al unísono.

Sonreí y dando pequeños saltitos fui a mi habitación, pero una luz al final del pasillo de la primera planta llamó mi atención. Caminé despacio al escuchar voces, al llegar a la fuente caí en cuenta de que era la habitación de Kaled. Empuje la puerta suavemente pero la escena frente a mis ojos… no era nada agradable.

La esposa de mi padre estaba encima de Kaled diciéndole un par de cosas que no llegaba a escuchar, mientras el susodicho intentaba quitársela de arriba.

- ¿Cuánto tiempo esperé para tenerte así? – preguntó pasando sus manos por el pecho de Kaled. – Ah sí.. mucho tiempo.

Kaled forsajeo como podía hasta que la tipa se acercó a besarlo.
Abrí la puerta de un solo golpe y les dediqué una mirada amenazadora.

- Seguirás esperando. – le dije extendiendo mi brazo y mandándola a volar fuera de la habitación al romper la ventana. Me asomé y vi que cayó en el jardín a salvo. – Es mi hombre, consíguete al tuyo. – le grité molesta.

Regresé a socorrer a Kaled que me miraba con una sonrisa cómplice, una que devolví de inmediato. Al desamarrar las cuerdas en sus tobillos y muñecas él se levantó a estirar su cuerpo.

- ¿Qué ocurrió para que esa loca..? – pregunté pero Kaled me abrazó evitando contestar mi pregunta.

Sonreí sin mostrar los dientes y pasé mis brazos por su torso para sentir su calor, no pensé en que podía ser una distracción, sólo lo abracé.

- Tú lo has dicho, está loca. – dijo el pelinegro cuando se alejó un poco de mí.

- ¿Pero que la llevó a hacerte esto? – volví a preguntar pero él se encogió de hombros para besar con dulzura mi frente.

- Soy irresistible. – Me sonrió de lado de forma egocéntrico y yo rodé los ojos ante su cambio de humor repentino. Estaba siendo dulce y sereno hasta que recordó que es candente y.. se le subió a la cabeza.

DemonioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora