Eleanor' s POV:
Me había tomado una ducha con ayuda de Alala, había permanecido en cama el tiempo suficiente como para no sentir las piernas. Me estaba peinando después de que la piedra de Lydia la acomodamos a un colgante sencillo.
Hasta ahora la única que había sentido mi presencia había sido ella, nadie más en el enorme castillo de habia acercado a verme. Queria ver a Kaled, pero me dijo que se había ido con nuestro padre a algún lugar, así que cuando volviera esperaba que me notara.
Me seguía cepillando el cabello hasta que me acercó un mechón blanco al rostro.
- ¿Es mío? - pregunté confundida, no me había fijado en que tenia un mechón de color blanco.
- ¿Sabes lo que significa? - me sonrió, pero le negué. - Este pequeño mechón representa el nuevo poder que se te ha concedido. - me felicitó mientras me abrazaba por los hombros.
Me miré en el espejo y no era un mechón disimulado, era todo el mechón de al frente, pero sonreí. Allí estaba reflejada mi batalla en ese oscuro mundo, la secuela de lo que pasó. Con ánimos me levante para quitarme la toalla y vestirme, quería salir y mandar a la mierda a todos diciendo que lo logré, con una sonrisa me puse el vestido, pero abrieron la puerta.
- ¡Lea! - escuché el fuerte grito mientras Alala abrocha el vestido, no me había visto en toalla por lo menos. Gabriel se acercó corriendo a abrazarme. - Creí sentir que tú.. - lo entendía, imaginaba que sentirían que me iba cuando me estaba apuñalando.
Lo abracé mientras le hice un ademán a Alala que deje el vestido, porqué ya estaba bien. Cuando se alejó puse mis manos en su rostro para calmar lo un poco, estaba ansioso y lo entendía, pasé meses en cama y lo que más me preocupaba de eso, es que en la Tierra esos meses habrán sido años.
- ¿Kaled? - le pregunté y miro al suelo. - ¿Dónde está? - volví a preguntar más preocupada, no había notado que había vuelto teniendo en cuenta que debería ser el primero junto con Alala, él tiene mi alma.
Suspiró y se alejó un poco de mi dándome espacio.
- Con Asmodeo, esta planeando desatar su poder en la Tierra y convertirla en un segundo Infierno. - terminé de escucharlo y salí corriendo.
Para eso me quería, para eso quería que Alala este en la Tierra, el me quitaría todo lo que tengo, atacaría mi mundo. No lo dejaré hacerlo.
Bajé las escaleras trotando y llegué a la puerta de inmediato, pero al abrirla me detiene una persona que no había visto hace suficiente tiempo como para saber que si estaba aquí algo tramaba.
- Alouqua. - la nombré mientras ella pretendía estar sorprendida de verme.
- Sabía que estabas despierta. - dijo agarrando el mechón blanco de mi cabello. - Y por esto, supongo que lo hiciste bien. - la mire cuidadosamente antes de arrebatarle mi cabello de sus manos.
Intento abrirme paso, pero me agarra del brazo y me hace mirarla de cerca.
- Abaddon está en la entrada con tu padre, si te ayudo llegaremos antes de que sea tarde. - dijo esperando una afirmación de mi parte.
- ¿Por qué me ayudas? ¿Acaso no me odias por Kaled? - le pregunté, no creo que lo haga por buena samaritana o porque quiera quedar bien con él.
Soltó un poco su agarré, como si estuviera dudando de lo que estaba por hacer. No deje que lo pensara mucho y me solté para ir donde estaban, conocía el camino, era donde había estado por primera vez.
- Es mi amigo. - le estaba dando la espalda, pero sabía a la perfección que estaba mirando al suelo. - Siempre me ayudó, ahora me toca hacer algo por él. - dijo agarrando de nuevo mi brazo y arrastrándome hacia algún lugar, nos elevamos y pude divisar a lo lejos una multitud.
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Demonio
FantasyLo peor que te puede pasar es que un demonio se enamore de ti... Nunca te dejará en paz... Y Eleanor sabe como se siente eso.