Capítulo 1

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Maldición

Señora Beatriz, la desgracia persigue a su nieta, se ve que tiene mucha mala suerte y... es que veo una maldición—me sorprendo—esa maldición era para su hija, pero la adquirió su nieta.

¿Todo eso lo ve en el café? Estoy completamente pasmada. Mi hija y mi nieta.

¿Por qué? —niega con la cabeza.

Alguien envidiaba la relación de su hija y le lanzó dicha maldición—comienza a fumar un tabaco.

El humo llena la habitación impregnando de ese olor mi ropa.

¿Qué hago para acabar con la maldición? Ayúdeme por favor. —Suelta el humo del tabaco mirándome fijamente.

Su nieta tiene que casarse con alguien nacido bajo el signo tauro o capricornio y esa maldición acabará, pero debe ser antes de que cumpla los veinticinco o si no morirá.

¡Ay Dios! Mi nieta...

Salgo tan preocupada, sorprendida y enojada ¿Quién será esa mujer que quería hacerle daño a mi hija y ahora mi nieta? Que persona más cruel.

Debo hacer algo, no me puedo quedar de brazos cruzados, está en sus veinte, no hay mucho tiempo.

Debe conocer a alguien ahora.

Siempre me decía ¿Por qué mi nieta no tiene novio? Si es tan bonita. Es una castaña de ojos café, alta, delgada, incluso pasaría por modelo, pero sin gusto en la moda; igual a su madre.

Yo hice que su madre se enamorara también, le presenté a el hijo de mi mejor amiga y se enamoraron al instante. Eso debo hacer con mi nieta, buscaré a alguien, pero a ¿Quién?

Llego a la casa, pensando en ¿Qué haré? Con lo quisquillosa que es mi nieta y tampoco puedo presentarle a cualquier pela gato que después se aproveche de ella.

Escucho la puerta abrirse, me giro viendo a mi linda nieta iluminar mi grande y vacía casa. Ella me ha hecho compañía desde que mi esposo falleció hace casi seis años.

Como extraño a Albert, él me hubiese dicho qué hacer, porque siempre tenía algo que aportar y me apoyaba en todo.

Hola abuela —me da un beso en la mejilla y se sienta a mi lado con una sonrisa—ya me pagaron y te compré las agujas que viste el otro día.

Gracias hija, pero no entiendo porque trabajas sino lo necesitas.

Porque no tengo nada que hacer... esos amigos que me abandonaron en vacaciones —bufa molesta.

Puedes pasar tiempo con tu abuela... —sonrío.

Me abraza con fuerza, sonriendo.

Lo sé, pero también quiero ganar mi propio dinero y no depender de usted, ni de mis padres, además estoy aburrida de ir al bingo, nunca gano y esas señoras solo saben hablar de novelas —reímos.

Si, hasta yo me aburro de hablar con ellas.

Voy a cambiarme —asiento.

Se levanta y con preocupación la veo caminar hacia la escalera de esta inmensa casa. En ese momento se me ocurre una grandiosa idea.

///

Me encamino a una imprenta y le pido ayuda al joven que trabaja ahí. Después de analizarlo podría ser un buen partido para ella, pero recordé que tengo que saber su signo y sería demasiado imprudente preguntárselo directamente.

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