Capítulo 39

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Yo la Diseño y Tú la Decoras

¿Abuela de que hablas? —me paro con las manos en la cintura enojada.

Verónica... no es lo que... —se puso nerviosa.

¡Abuela ya escuché todo! ¡no puede mentirme! —me cruzo de brazos—¿Qué maldición? y ¿Por qué fingió desmayarse? —las lágrimas empiezan a correr por mis mejillas—¡¿Sabe lo asustada que estaba?! pensé que la iba a perder.

Cariño —se acerca a abrazarme—lo siento, nunca quise asustarte así... todo fue porque necesito protegerte de la maldición... tienes mala suerte.

¿Mala suerte? —me separo confundida, siempre he dicho que estoy más salada que el mar, pero esto que mi abuela me lo diga es el colmo.

—Si...

Abuela ¿Fuiste de nuevo a donde el brujo ese...? —puse mis manos en la cintura acusatoria—¿Ahora qué te dijo? ¿Qué me caeré en un charco mañana? ¿Qué moriré? —abre los ojos ante mi última frase.

Si no te casas antes de los veinticinco morirás —ruedo los ojos.

Como le quitan el dinero a mi abuela, por esas sandeces.

Eso es absurdo abuela, nadie predice la muerte de nadie —ella y sus cosas espiritistas—¿Por eso alquiló los cuartos? —asiente—no puedo creerlo abuela, fue capaz de llegar a esto, ¡me consiguió pareja por una maldición!

En realidad fuiste tú, yo no te obligué a enamorarte de uno de ellos —wow como mi abuela escapa de esto tan rápido—te facilité a los chicos al alquilar, deberías...

Estar agradecida... ya lo sé —ruedo los ojos—o sea ¿Qué no sufre de la presión? —se sorprende.

No, pero debes casarte, o si no morirás —ahora si me asustó de verdad y no porque crea, sino por su seriedad e insistencia—siéntate —eso hice—mira, no es que seas fea o aburrida, alguien le tiró una maldición a tu madre, todavía no sé quien fue y cayó en ti... la gente es mala Vero y es capaz de hacer lo que sea para arruinar a alguien y a veces le toca a las personas buenas como tú.

¡Ay abuela! —no creo en eso, de verdad.

Haz caso niña... solo te puedes casar con un hombre de signo Tauro o capricornio —Saith es Tauro—y debe ser antes de los veinticinco o morirás... —sus ojos se aguan—no quiero que mueras, ya perdí a Albert, no quiero perderte a ti.

No me perderás abuela —le acaricio la espalda.

Si no te casas si —suspiro.

Yo me casaré abuela, pero no ahora —agarra mis manos.

Por favor que sea lo antes posible, no llegues a los veinticinco sin casarte.

Primero debemos llegar al año de noviazgo abuela, para estar seguros... yo lo amo y el a mí, pero no quiero que esto vaya demasiado rápido.

Ay niña, si ya disfrutaste sus sábanas en las primeras semanas, casarse es poco... los jóvenes de ahora hacen todo al revés ¿Por qué tú no? —abro la boca sorprendida—si llegan al año y él te pide matrimonio ¿se casan? —suspiro.

Si abuela —me abraza sonriendo. 

Te quiero Verónica y sabes que haría lo que sea por ti...

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