Capítulo 29

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No Lloro

Me siento en el muro de mi edificio a esperar a mi siguiente clase mientras observo a las personas pasar, reír y pelear. Pero mi tranquila estadía en este muro se fue al cariño con su presencia.

Hola Veruca —ruedo los ojos, hastiada de su voz.

Hola Layla —ni siquiera la corregí, porque sé que lo hace adrede. 

Sonrío de la manera más hipócrita que puedo ser y que seré siempre con ella.

¿Has visto a Saith? —acaricia su negro y lacio cabello mientras sonríe con arrogancia —que tierna, usas lentes... eres toda una cuatro ojos —rio.

¡Ah! ahí viene —él se acerca y nos observa confundido.

Lo único que quiero es que desaparezca y no verle la cara más nunca a ella y a Saith por ser un idiota. Pero eso no pasará, no ahora.

—¡Saith! —ella corre a él y planta sus grandes labios, llenos de brillo labial en los de él, causando repulsión a todo el que viera. Bueno solo yo los veo con repulsión.

Me levanto y me alejo de ahí enojada, antes de seguir viendo tal acto de exhibicionismo que no quiero ver.

No sé por qué me afecta tanto verlo salir con ella, pero lo odio. Una mano en mi hombro me hizo girar, viendo los oscuros ojos de Saith.

¿Qué sucede? ¿no irás a clases? —me pregunta preocupado—¿Qué tienes?

No tengo nada  —me giro, pero se interpone en mi camino.

Te ves mal —se acerca a mi cuando mis ojos se ponen rojos, con ganas de llorar, pero me alejo con rabia.

¡Que estoy bien! ¡ya vete con Layla y déjame en paz! —le grito.

Es por eso...

¡Si, pedazo de idiota! ¡no soporto verte con ella! —abro mis ojos realmente asombrada de que yo haya dicho eso.

Verónica no entiendo nada —está confundido y eso me genera más rabia.

¿Por qué será tan idiota?

¡¡Que me gustas idiota!! —grité—me gustas —bajo la voz—no puedo creerlo —miro a un lado para evitar sus ojos.

Es él de quien estoy enamorada y ahora me doy cuenta. Me di cuenta hace mucho, pero estaba confundida por las atenciones que me dan las bestias. Pasar demasiado tiempo con ellos me confundía, pero solo él remueve ese algo en mi interior.

Él está en shock por lo que dije y yo no quiero estar ahí un segundo más, ya pasé demasiada vergüenza como para verlo burlarse de mi porque me gusta.

Regreso al salón de clases y me siento a esperar a que la clase empiece. El entró segundos después y se sentó en su asiento tras de mí. Siento su penetrante mirada sobre mí.

Verónica...

Olvídalo —me pongo mis audífonos, mirando hacia otro lado.

Él me quita los audífonos, sorprendiéndome. Antes de poder reclamarme por qué lo hizo, me interrumpe.

—¿Tred! estás saliendo con él —dijo seriamente, pero ansioso por saber mi respuesta.

No dije nada, no podía. De pronto se levanta toma mi mano y me saca del salón bajo la mirada de todos y del profesor que viene entrando.

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