Capítulo 5

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Culpables

El agua dejó de correr y el odioso soltó la manguera atemorizado, los cuatro me miran asustado buscando de mi ayuda, lentamente se giran y mi abuela se encuentra de pie en el marco de la puerta, aturdida.

Las clases de juego que hacen la juventud de ahora —niega con la cabeza.

Esto no es juego abuela —tiritaba del frío.

¡Pero si tú fuiste la de la idea de jugar! —los otros tres asintieron siguiéndole la corriente a el odioso y me siento traicionada.

Abuela no es cierto —corro a ella.

Primero entremos que estás temblando —asiento y les lanzo una mirada de odio a cada uno.

Una vez que me cambio por ropa seca, bajo con todas las ganas de que mi abuela les grite sus cuatro verdades en sus caras. Me siento frente a ellos, los cuatro están sentados como niños bien portados, cuando en realidad son unas bestias diabólicas. 

Niña ¿Por qué le echaste eso en las donas?

Mi abuela me está regañando ¡¿REGAÑANDO?!

Ya veo que te contaron su versión, pero te han dicho que desde el día uno, me han estado molestando ¿no verdad? —los miro fijamente con odio.

Solo son bromas, Vero, pero tú te pasaste —ellos sonrieron y yo quedé atónita al escucharla estar de su lado.

—¡¿Qué?! —me levanté furiosa—¿estás de su lado?

No Vero, pero tu broma fue muy pesada, puede darle dolor de estómago y faltarían a su primer día de clases —bufo molesta.

¿Y la suya no fue pesada? Mojarme con una manguera allá fuera donde hace un frío infernal... ¿Qué tal que yo me resfrié y sea la que no pueda ir a mi primer día de clases? —aunque eso no estaría mal, pero aun así. Los señalé—si a mí me da asma por su culpa, me van a conocer.

Vero espera... —escucho a mi abuela llamarme, pero no le hice caso, subo corriendo y me encierro en mi habitación.

///

El día cero llegó, me levanto temprano y salgo antes de ver a las bestias. Pero al salir diviso a Gabriel en la entrada. Al verme me saluda con la mano, pero lo ignoro pasando a su lado.

Verónica espera... lo siento —agarra mi brazo girándome—lo siento, tú sabes que soy el que menos te haría bromas.

Ja —suelto—ja, ja, ja... y ¿Qué hiciste ayer?

Estaba molesto contigo, ¿sabes lo horrible que sabía esa dona? Pero cuando dijiste que sufres de asma, me sentí culpable —su mirada triste me hacía sentir mal—lo siento.

Hace mucho que no me da una crisis de asma, pero lo dije en un momento de molestia y al parecer los afectó.

Está bien, te perdono —me puse de puntillas y lo despeiné, él sonríe abrazándome, eso me sorprendió demasiado. Se separa con rapidez.

Lo siento —dijo avergonzado.

No... te preocupes —desvío la mirada.

¿Por qué de pronto me vuelvo tímida frente a él? 

¿Será porque ningún chico aparte de Hugo, me ha abrazado?

¿Quieres que te lleve? Antes que salgan las bestias —rio.

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