Capítulo 4

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La Broma de la Dona

Ay pero que linda cuando se enoja —habla el rubio con sarcasmo, me giro con la intención de golpearlo, pero el odioso me agarra del pantalón haciendo regresándome a mi asiento.

Cálmate loca —lo miro enojada.

Cállate, odioso —empuja mi cara con su palma y seguido le pego.

Ya no peleen o nos estrellaremos.

Cállate Alan que por tu culpa se enojó conmigo.

¡Saith! ella está enojada contigo desde el primer día, a mí no me culpes... cambiemos de tema ya, oye Vero... ¿Qué estudias?

Arquitectura y diseño.

¡Dios me odia! —escucho al chico a mi lado hablar.

Parece que tienen algo en común —lo miro aterrada. 

Suficiente tengo con verlo y solo llevo dos días, ahora lo veré hasta en mi facultad, solo espero que Dios y la suerte este de mi lado y no esté en mi salón.

¿Te molestaría si te pregunto algo? —pregunta el chico de lentes—es solo curiosidad —asiento—¿Por qué no vives con tus padres? ¿están vivos?

Que poco tacto al hablar —lo regaña Ian.

Lo siento, no quise...

Tranquilo, si están vivos, pero están en otra ciudad... vivo con mi abuela porque me siento más cómoda con ella, no es que mis padres sean malos, sino que siempre están ocupados y con mi abuela hacemos muchas cosas juntas, es como mi mamá —sonrío sin darme cuenta—ahora mi pregunta, ya que todos aquí tenemos curiosidades —los miro—¿Por qué van a estudiar en Navegreen University? Si hay mejores universidades.

Yo, por desobedecer a mis padres —habló Ian.

El chico malo es otro —sonreímos—yo, pues... apliqué a diferentes universidades, pero esta tuvo compasión conmigo y mis bajas calificaciones —habla el rubio, con una sonrisa—tú, amigo—apoya su mano en el hombro de el de lentes.

Libertad —asiento, entendiéndolo.

Yo... —comenzó a hablar y todos los miramos. Creímos que continuaría, pero no lo hizo.

Me quedo observando al odioso y está incómodo. De repente me mira.

Derecha.

¿Uh?

Agarra el carril derecho —asiente y seguimos en silencio hasta llegar al super.

Al entrar al supermercado desaparecieron de mi campo de visión, a excepción de uno. Lo miro confundida y él me sonríe.

¿No vas con ellos?

No te quiero dejar sola —me siento extraña cuando dijo eso.

Comenzamos a caminar por los pasillos, en silencio. Él es tan tranquilo y se ve tan tierno que quiero abrazarlo.

"¡Verónica! ¿Qué locuras estás pensando?" Me riño mentalmente mientras él mira los estantes.

¿Qué es eso? —agarra una caja, me acerco y me coloco mis lentes para ver mejor—¿usas lentes?—sus ojos se iluminaron.

Si... es un jugo en polvo para aumentar la energía, mi abuela lo toma.

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