Es Parte de tí

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Una pequeña niña de un año y su madre, pasaban una hermosa tarde de otoño en el parque. Era un día soleado y cálido, con una brisa perfecta.

-¡mNo, Eyra. No metas eso a tu boca, cariño. Está sucio-

Dejó el libro que estaba leyendo en la banca y se acercó a su hija, que se encontraba a unos metros de ella, jugando en una manta en el suelo

-¿Qué va a decir él si te ve así, toda sucia? Mira tus manos y cara, hija ¿Qué has hecho?-

Hablaba y reía con su pequeña, mientras limpiaba su rostro. Pero la voz de un hombre joven, le habló por detrás.

-Que es una niña muy hermosa, igual que su madre-

Ella se volteó con una gran sonrisa, que al instante, desapareció.

-Hola, Dylan ¿Qué estás haciendo aquí?-

Habló seca y sin emoción. Igual que su corazón cada vez que lo veía.

- Sólo pasaba por aquí y me detuve a saludar cuando te ví con tu pequeña, ¿Te molestaría si las acompañó?- Mencionó.

El hombre frente a ella, era rubio y de ojos azules. Tenía una complexión fuerte y era casi tan alto como Lai. Pero era de esa clase que no le gustaban, arrogante, agresivo y sobre todo, pervertido. Un hombre así, tenía que estar lejos de ella y de su hija.

-De hecho, sí. Estados esperando a alguien-

Respondió, levantando a su hija del suelo y mirándolo, fríamente. Le resultaba tan desagradable.

-¿No me digas? ¿Quién es? ¿Tu hermana y el cazador de ojos bonitos?-

Preguntó sarcástico, no creyendo una sola palabra de lo que decía.

-Eso a ti no te incumbe. Adiós- Contestó.

Caminó hacía la banca con su pequeña, pero él la detuvo, sosteniendo su brazo.

-Algún día, tendrás que cambiar esa actitud conmigo, preciosa-

Murmuró, cerca de su oído y de forma amenazante.

-¡Suéltame!- exigió, invocando magia en una de sus manos, mientras su hija, empezaba a inquietarse -Te sugiero que lo hagas-

Volteó acunando a su bebé.

-¡Quiero verlo!- La desafío.

Una mano, rodeó la muñeca del hombre que la aferraba y lo apartó de un tirón. Lai había llegado justo a tiempo, antes de que algo peor pasará.

-¡Aléjate de ella!- habló tranquilo y amenazante -Lamento llegar tarde, preciosa- la rodeó por hombros y besó su coronilla -La posada en donde me estoy hospedando, queda lejos de aquí. No pude medir el tiempo de camino, lo siento-

- Está bien- contestó nerviosa -Ya estás aquí, eso no importa-

Lo miró agradecida, ignorando al otro sujeto que los miraba molesto.

-¿Tú quién eres? Se nota que no eres de aquí con solo mirarte-

Preguntó brusco, al otro hombre, quién lo miró indiferente.

-Mi nombre es Lai, soy amigo de Dea y hechicero negro- contestó con frialdad -No me interesa saber quien eres. Así que, vámonos-

Todavía aferrado a los hombros de ella, voltearon y se dirigieron a otro sitio. Él se marchó, furioso.

-Gracias por eso, Lai- mencionó con gratitud, mientras se sentaban en la banca donde estaba su libro -Si no hubieras llegado, habría acabado con su maldito trasero amestrisano-

Simplemente Magia O Puramente AlquimiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora