Cazadora furtiva

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Se encontraba agotado. Tener a una esposa en sus últimos días de embarazo y con graves problemas de manejo de emociones en casa, era un trabajo extenuante.

-¿A qué embarazada, en su sano juicio, se le antoja comer pepinillos a las cuatro de la mañana?- Murmuró, mientras acomodaba un cajón de manzanas en los anaqueles -Solamente a Gaia se le ocurre una cosa así-

Sonrió al recordar la última locura de ella.

-Disculpe, señor ¿Podría ayudarme?-

Preguntó la voz de una mujer a su lado.

-En un momento, señorita. Término de acomodar esto y estoy con usted-

Explicó, amablemente, mientras apresuraba su trabajo para atender al cliente.

-No se preocupe, por el momento le contaré que necesito. Estoy buscando a un patético cazador de ojos verdes, oriundo de Keisalhima. Su nombre es Keilot Helsing, ¿Lo conoce?-

Preguntó, sarcástica. Volteó lentamente y la mujer frente a él, lo dejó estático. La conocía, como olvidarla. Era alta, delgada, de largo cabello negro y ojos azules, simplemente, hermosa.

-¿Megan?- exclamó sorprendido, al verla frente a él -¿Qué estás haciendo aquí?-

-Pero que bienvenida menos grata ¡Ven aquí!- lo abrazó sin previo aviso -Vine a buscarte, tonto. Hace seis años que nos dejaste. Luego viniste a vivir aquí y ya es un tiempo muy largo- mencionó, deshaciendo el abrazo -¡Te extrañamos!-

-Meg, me fui de Keisalhima para nunca más volver-

Ella fue su antigua novia, hace mucho tiempo. Antes de que él conociera a Gaia, incluso, hasta al grupo de Orphen.

-No mientas, Sahara me dijo que volviste para el festival de la Luna de Sangre, hace dos años. Ella te encontró allí y yo como una tonta, esperándote-

Reprochó con sus ojos de gata.

-Estuve con mi hermana, en una tienda hace dos años, por treinta minutos. Además, ese viaje no fue muy grato para mi-

Explicó, exasperado, por su reclamó. Él nunca volvería a su tierra natal. No tenía nada que hacer allí. Amestris y en especial Dublith, le habían dado todo.

-Si, me enteré. Un demonio había despertado por una estúpida profecía o algo así-

-Créeme, no fue nada estúpida. Dos personas muy importantes para mí, casi mueren esa noche-

-Me lo imagino, seguro eran amigos tuyos- agregó sin interés -Bien, ¿Volverás?-

-No, no volveré. Es mi última palabra- dió por zanjado el tema.

-Puedo hacerte cambiar de opinión- dijo, acercándose seductora y acariciando su pecho con un dedo -Solíamos pasarlo muy bien juntos, ¿Recuerdas?-

-Vagamente-

Contestó nervioso por su cercanía, tomando su mano y alejándola de él.

-Pues, yo recuerdo todo- le guiñó un ojo -Y estoy dispuesta a revivirlo-

Lo que ambos ignoraban, era que una bella alquimista embarazada, que había cambiado su aspecto como al de años anteriores, observaba detenidamente a la mujer que trataba o mejor dicho, intentaba seducir a su esposo. Algo en su comportamiento, le causaba muchísima gracia y no pudo evitar reír. A sus ojos, ella parecía un gato, arrastrándose por cariño y atención.

La gente a su alrededor, la miraba extraño, parecía una loca riendo sola. En especial, un mortificado cazador que esperaba su muerte.

-Gaia, amor ¿Qué haces aquí?-

Simplemente Magia O Puramente AlquimiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora