Amanecer

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Dormía plácidamente en una cama de la posada del pueblo. Un vidente de verde mirada, la observaba como si fuera un sueño, como si fuera a desaparecer si la despertaba, mientras le acariciaba la espalda. Para él, era lo más hermoso que había visto en su vida y lo más maravilloso de todo, es que era suya, otra vez.

Las caricias de él, la estremecieron y despertaron, lentamente. Abrió sus exóticos ojos avellana y lo vio ahí, mirándola, como la hubiera mirado la primera noche que estuvieron juntos y ella huyó.

-Buen día- dijo él, dulcemente, besando su hombro -¿Cómo dormiste?- preguntó, mirándola.

-Muy bien, ¿Y tú?-

Inquirió, incorporándose y tapando su pecho con las sabanas.

-No dormí- contestó, simple. Lo miró extrañada - Tenía miedo de que si dormía, huyeras de mí, como la última vez-

Respondió como un niño, abrazándola y acercándola. Ella besó su mejilla.

-Nunca más volveré a huir, Lai- le aferró el rostro entre sus manos -Nunca más me volveré a alejar de ti- besó sus labios -Lo prometo- él sonrió y la acostó de nuevo en la cama.

-Eres tan hermosa cuando duermes- besó su rostro infinidad de veces.

-¡No mientas!- reía por sus besos -Me has visto dormir millones de veces, desde los diez años- él se detuvo y la miró a los ojos.

-Eso es cierto, pero nunca te he visto dormir después de hacerte mía-

Se recostó a su lado, tocando su largo cabello indomable.

-Es verdad. Esta fue nuestra segunda noche juntos, como algo más que amigos. Aunque, la primera, no cuenta del todo- sonrió pícara y lo miró -¿Recuerdas cuando me escabullía en tu habitación en las noches de tormenta? Eras el único que podía calmarme-

La sonrisa de ambos, era inmensa, al recordarlo.

-Como olvidarlo, siempre te esperaba esas noches. Lástima que tuviste que dejar de hacerlo, cuando creciste- le pellizcó la nariz -Ya empezabas a hacer estragos en mi mente cuando cumpliste quince años. Era muy difícil para mí, no mirarte dormir toda la noche- besó su mejilla.

-Si por mí fuera, lo hubiera seguido haciendo hasta el día de hoy. Pero cuando cumplí los dieciséis, el maestro Hartia nos descubrió y casi te mata a golpes. Por suerte, fuiste más rápido y te transportaste a otro sitio- río a carcajadas.

-No fue gracioso, Dea. Tuve que vivir una semana como un vagabundo, en las calles de la ciudad, hasta que Hartia se calmó- él habló ofendido y ella rió, todavía más -Como extrañé tu risa- confesó, serio -Como extrañe todo de ti cuando te fuiste- acarició una de sus mejillas - Destrocé mi habitación cuando desperté y no estabas. También destruí la tuya al llegar allí- ella lo miró sorprendida -Pensé que destruyéndolo todo, podía olvidarme de tí y ya ves, no pude-

Sonrió feliz, mirándola. Aunque el recuerdo era muy doloroso.

-¿Por qué nunca viniste a buscarme?- preguntó, mirándolo fijo.

-No quise, simplemente, decidí dejarte ir. Sabía que algún día volveríamos a vernos, pero nunca imaginé que tan pronto- sonrió sincero -Fueron los dos años más largos y amargos de mi vida, después de tu ausencia- confesó, adorándola con la mirada.

-¿Sabes? también fueron dos años muy difíciles para mi- habló mirando hacia la nada, hundida en su memoria -Cuando llegué aquí, no sabía donde ir, no sabía con quién hablar y las personas en la calle me confundían con Gaia- rió, amargamente - Caminé tanto ese día y había descansado tan poco en el viaje, que me desmayé en la calle y desperté en el hospital rodeada de Gaia y mis padres, que me miraban extraño- contó, nostálgica -Lo primero que hice, fue llorar. Después de eso, mi salud empezó a empeorar, dijeron que era tristeza, pero yo sabía que era otra cosa. Gaia me acompañó a hacerme unos exámenes y resultó que, estaba embarazada. Lloré como nunca antes-

Simplemente Magia O Puramente AlquimiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora