Dorado como el sol

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-Así que, el que sobrevivió fue Armin. Pensé que el Capitan Levi, inyectaría el suero al Comandante Erwin- afirmó.

Las hermanas, caminaban por las calles de Taflem totalmente abrigadas, esa ciudad era extremadamente fría. Ambas estaban envueltas en capas de abrigo que habían conseguido en la torre, llevando sus capuchas puestas.

-Si, bueno...Al menos, eso fue lo que me dijo Lai cuando le pregunté- respondió su hermana, frotando sus manos -También me dijo que, el capitán, había encabezado una búsqueda para encontrarme, Dea-

-Eso no es de extrañar, después de que me contarás lo que hizo contigo la última vez que lo viste-

Enrojeció al instante, olvidándose del frío a su alrededor. No podía seguir guardando ese secreto, su hermana tenía que saberlo, iba a matarla, si seguía ocultándoselo por mucho tiempo más.

-Lo sé, nunca imaginé que él estaría interesado en mí de esa forma. No hice nada para atraerlo, es más, discutíamos todo el tiempo- se detuvieron al pasar por una librería -¿Tú creés que lo que hizo estuvo mal?- su hermana la miró sin comprender -Me refiero al beso, me sentí tan mal después de que lo hizo-

-Por supuesto que no, Gaia. Es lo único que ese hombre pudo obtener de ti. Él es consciente, de que tu corazón le pertenece a Keilot. Además, yo besé a Eren y no me siento para nada culpable de haberlo hecho-

Explicó como si nada, leyendo la portada de un libro de magia, habían ingresado a la librería. La alquimista, volteó a verla, sorprendida. Su hermana tenía un lado oscuro que no conocía del todo.

-¿¡Qué hiciste que!?- exclamó por lo bajo -¡Dea, es un niño! ¿¡Cómo pudiste hacer algo como eso!?-

-¡Gaia, por favor!- respondió en el mismo tono -¡No seas puritana! ¡Ese niño al que tú llamas, ha visto y vivido cosas peores que cualquier hombre adulto! ¡Me parece que no es justo que lo sigas viendo como tal!- justificó sin ápice de vergüenza en lo que decía -Si me permites contarte como paso, no te horrorizaría tanto...- mencionó con una perversa sonrisa desdeñosa.

-Yo no soy puritana, soy realista, le llevas como...- contó con sus dedos -Siete años de diferencia, ¿A ti te parece correcto hacer una cosa así? Pero te daré la oportunidad de defenderte...-

-Bien, todo pasó cuando el capitán Levi, Lai y Keilot trataban de convencerte para que te quedaras en Trost. Como yo no estaba de acuerdo, no intervení- rememoró con la misma sonrisa de antes -Entonces, mientras estaba afuera esperando a que todo pasara, él apareció y me invitó a pasear por los alrededores...-

Una malhumorada Dea, junto con un adolescente de bonitos ojos claros, paseaban por los alrededores del cuartel del escuadrón. Ella estaba furiosa, no quería que su hermana se quedara allí, sola.

-No puedo creer que obliguen a Gaia a quedarse aquí. No puedo esperar menos de Lai y el capitán pero, ¿Keilot? Él no puede estar alejado de mi hermana más de tres días. Tiene ese estúpido poder protector de cazador alfa hacia ella ¡No puedo creerlo!- pateó una piedra frustrada, mientras caminaban.

-Es por su bien, ella y todos ustedes, corren peligro si continúa con su viaje. Podrían atacarlos con tal de llevársela- la miró de reojo, era muy hermosa -A mí me gustaría que tú también te quedaras, pero eso es imposible, ¿Verdad?- ella sonrió.

-Si, yo no puedo quedarme, aunque lo desee. Aún queda mucho camino por delante y mi poder se incrementará al llegar a Keisalhima, soy más útil allí, que quedándome aquí-

-¿Más poder?- exclamó sorprendido -Eso es increíble, debes ser una de las mejores hechiceras de ese lugar, ¿No es verdad?-

-No se si una de las mejores, pero tampoco soy tan mala- siempre hablaba con humildad de ella misma y su gran poder -Puedo manejar algunos hechizos con la magia del silencio, eso es algo poco común-

Simplemente Magia O Puramente AlquimiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora