Llegó el enemigo

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Dormía, plácidamente, después de una noche de excesos y diversión. Era tarde, pasado el medio día, pero su esposo la dejó allí para que durmiera unas cuantas horas más, llevándose a su hija con él. Desde que la pequeña había sido raptada, ella no había podido descansar bien y ahora que la habían recuperado, se merecía una buena noche de sueño.

Entre sueños, palmeó a un costado de la cama buscando a su bebé y ella, no estaba. Se despertó exaltada, pensando que todo lo que había vivido el día anterior, había sido un sueño.

-¡Ivi!-

Exclamó, mirando a su alrededor. Destapó su cuerpo y salió de la carpa, ciega de terror, buscándola. Al correr unos metros, la encontró con su padre mientras el comía una manzana, junto con Eyra y Lai. Su esposo la vió llegar con una brillante y gran sonrisa.

-Hola, amor ¿Dormiste bien?-

Se acercó a ella para saludarla, pero lo esquivó y fue directo a su pequeña, para tomarla en sus brazos y mirarlo furiosa.

-¡Keilot! ¿¡Por qué te llevaste a mi hija así!?- 

Vociferó molesta a los cuatro vientos. Él no comprendía su actitud y la observó, atónito.

-Gaia, también es mi hija. Puedo llevármela cuando quiera- se defendió, molesto -¿Qué es lo que pasa contigo?-

Ella se encontraba temblando de nervios, cuando él llegó a su lado.

-¡Ahorraté tus excusas!- exclamó con la voz rota -Cuando desperté... Creí que lo de ayer, había sido un sueño-

Abrazó a su bebé, ocultando su rostro, llorando. A él se le rompió el corazón verla llorar de esa forma, lo hizo sentirse tan miserable y culpable, que no pudo resistir el abrazarla.

-Lo siento, amor. No fue mi intención asustarte- se disculpó, consolándola -Estabas tan tranquila durmiendo, que no quise despertarte. Perdóname, no lo volveré a hacer-

La besó en la mejilla y ella asintió. Lai los observaba, manteniéndose al margen de la situación.

-¡EYRA!-

Se escuchó el grito de desesperación y dolor de la hechicera por todo el campamento. Él corrió en dirección a la carpa y al ingresar en ella, se encontró con la imagen más desgarradora de toda su vida. La madre de su hija, se encontraba sentada en la cama, llorando desconsoladamente, con el caballito de madera de su pequeña en sus manos. Levantó la vista hacia él y lloró, todavía más.

-Lo de ayer no fue real, ¿Cierto?- preguntó, acurrucandose en la cama y hecha pedazos -Fue sólo un sueño, ¿No es así, Lai?- 

Él se acercó despacio y se sentó a su lado, acariciandole el cabello y secando sus lágrimas.

-Dea, preciosa ¿Por qué dices que fue un sueño?- le preguntó tranquilo.

-Porque, últimamente, solo soy feliz en mis sueños y es cuando estoy con ella-

Cubrió sus exóticos y hermosos ojos con dolor, para llorar aún más. Él descansó su mejilla sobre su sien. Nunca la había visto así, tan rota y triste. Suspiró con dolor y se separó, para observarla.

-Amor mío, lo de ayer no fue un sueño, fue real, recuperamos a nuestra hija y tú estabas muy feliz por eso- apartó los cabellos húmedos de su cara -Ya no llores, ella está con nosotros-

-¿Y dónde está?- formuló, incrédula.

-Aquí- mencionó su hermana con su sobrina e hija en brazos -Yo también me asusté mucho cuando desperté hoy, hermanita- dejó a las pequeñas sobre la cama y ella abrazó a su pequeña -Hemos pasado por mucho últimamente y no podemos evitar estar tan sensibles- 

Simplemente Magia O Puramente AlquimiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora