Armas aniquiladoras

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La noche había pasado muy rápido para la alquimista. Había despertado adolorida y extremadamente cansada. Además, necesitaba un baño urgente.

-Hola, hermanita-

Ingreso la hechicera a la barraca, donde ella estaba con otras reclutas.

-Hola, Dea ¿Cómo amaneciste hoy?-

Se estiró, haciendo tronar todos los huesos de su cuerpo que estaban entumidos.

-Terrible- respondió, sentándose en un catre cercano -Necesito un baño con urgencia, antes de irnos- su hermana, asintió.

-Yo también. No creo que tengan un baño con duchas aquí, ¿Verdad?-

Preguntó a la hechicera, que levantó sus hombros, sin respuestas.

-No lo sé, tendremos que averiguarlo- una chica castaña y con una patata en su mano, ingresaba a la barraca -¡Ey! ¡tú!- ella se detuvo en seco, por las palabras tan abruptas de la joven -Si, tú. Ven, acercaré- así lo hizo -¿Cómo te llamas?-

-Sasha- pronunció cohibida.

-Un gusto, Sasha. Yo soy Dea y ella es mi hermana Gaia- señaló a ambas -Disculpa que te molesta... Pero, ¿Sabés donde podríamos tomar un baño?-

-No, señorita. Tendrían que preguntarle al Capitán Levi-

-¿Nadie se ducha aquí además de él?- preguntó con gracia, la otra joven.

-Créame- respondió, mordiendo su patata -No hay nadie más limpio en este escuadrón que el Capitán- rió sin dejar de comer.

-Bien, muchas gracias Sasha. Vámonos, Gaia-

Las hermanas salieron de allí para emprender su búsqueda.

-Ahí está el Capitán, tendría que preguntarle, ¿No creés?-

Su hermana asintió, mirando alrededor, hasta que encontró lo que buscaba.

-Si, ve. Yo iré con Eren y Mikasa a preguntarles, también-

Ambas, se dirigieron a diferentes puntos. Gaia caminaba tranquilamente hacia el capitán que estaba de espaldas a ella, pero una brisa detrás suyo, la hizo estremecer, provocando que se abrazara a si misma. Ella nunca sentía frío y eso le resultó extraño. El capitán, como previendo su presencia, volteó en su dirección.

-Buenos días, capitán- él la observó serio -Lamento molestarlo, pero tengo que preguntarle algo- temblaba de frío.

-¡Tú! ¡muchacho! ¡Ven aquí!- detuvo a un cadete que pasaba a su lado.

-Si, capitán Levi-

El joven miraba serio a su superior esperando la orden.

-Quítate tu capa y entregasela a la señorita-

Ordenó a su subordinado y este, obedeció de inmediato.

-Tome, señorita-

Le tendió la capa y ella, se negó.

-No es necesario, cariño- ese jovencito, tendría unos catorce años -Puedes quedártela-

La tomó de sus manos y volvió a colocársela a él. No era necesario que se tomara tantas molestias por ella.

-Perdón, señorita. Pero es una orden y debo obedecer-

Quedó petrificada. Era un niño y no tenía porque hacer ese sacrificio por una extraña. El cadete, volvió a quitarse la capa y la colocó en los hombros de ella.

-Gracias, señorita. Me retiro, capitán-

Este último, asintió y su subordinado, se marchó.

-Es un niño- murmuró ella, mirándolo marchar -Y está viviendo una vida de adulto- afirmo, impactada.

Simplemente Magia O Puramente AlquimiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora