Extraños muy cordiales

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-¡Hola, hermanita! ¡Vengo a presentarte a alguien!-

Habló, muy emocionada con su hija en brazos, a su hermana que estaba vomitando en un palanganero cerca de ella.

-Un segundo, Gaia. Todavía no he terminado de vomitar el resto de vida que me queda-

Mencionó, haciendo arcadas. Se sentía fatal.

-¡Vaya! Realmente, donar sangre te afecta mucho. De todos modos, gracias por eso. Estaba muy anémica después del parto. Según dijeron, perdí mucha sangre- sonrió, en agradecimiento.

-No me agradezcas, tenía que hacerlo. Tú lo hiciste por mí cuando nació Eyra- volteó con la cara descompuesta y verde. Pero feliz -La única diferencia, es que yo, no me desmayé como tú- dijo, burlándose de ella.

-No me desmayé, simplemente, caí con gracia al no poder llegar a tu habitación- rieron por su infortunio con las agujas y la sangre. Eran pésimas para soportar una situación así -Ahora, ven acércate, hay alguien que quiere conocerte-

Meció a la pequeña en sus brazos, mientras su hermana, enjuagada su boca con solución salina para evitar el mal aliento.

-¡Aaaawwww! ¡Es hermosa, se parece mucho a Eyra!- la alquimista, asintió -Pero sus ojos son más claros- habló con sus ojos brillosos, recordando, cuando su hija era pequeña -Hola Ivette, soy tu tía Dea. Voy a cuidarte y a quererte mucho. Lo prometo-

Acarició la cabeza de su sobrina con mucho cuidado y ternura.

-Verdad que sí, es muy parecida a su prima. Van a ser muy unidas. ¡Lo sé!- expresó emocionada -Tómala- le tendió su hija a ella que la aceptó con gusto -Así que, ¿Te vengaste de Megan? Keilot y Lai me lo contaron-

Se excusó, levantando las manos ante la mirada inquisidora de ella.

-¡Si! ¡Maldita gata resbalosa! ¿Y sabés con quién estaba?- Negó, tomando la manito de su hija -¡Con el idiota de Dylan!-

-¿De verdad?- asintió, segura de sus palabras - Cuentame, ¿Cómo fue todo?-

-Bien, te gustará...- expresó con cara diabólica, al recordar lo sucedido.

-¿Dea?- él volteó para observar a quién miraba detrás de sí. Volvió sus ojos a ella, con una expresión molesta en su rostro -¿Estás mirando a ese?-

Preguntó, señalando al rubio detrás con su pulgar.

-Vámonos de aquí, Lai-

Se levantó, mientras él, dejaba unos billetes en la mesa y juntos, se encaminaron a la puerta. Pero alguien, los detuvo.

-Vaya, ¿Miren lo que trajo el viento?-

Expresó el muchacho, feliz de la vida, al ver a su amada.
Se posicionó frente a ella y detuvo su andar. La mujer con él, la miraba despectiva, pensando que era su hermana.

-¿Miren quién trajo el gato?- miró de reojo a su lado, insinuando algo -Apártate, Dylan- pidió con desagrado.

Él la miraba embelesado, ignorando al hombre alto detrás de ella, que lo mataba con la mirada y vigilaba todos sus movimientos.

-¿Veo que no pierdes el tiempo con los hombres, Gaia? ¿Pensaste que no iba a reconocerte con ese cambio en tu cabello y ojos?- habló con desprecio, confundiendo a ambas hermanas -No eres más que una mosquita muerta de guantes blancos-

-Pudrete y cierra la boca, que no me interesa escucharte-

La miró desafiante a los ojos, pero ella, la abofeteó.

-¡TE ADVERTÍ QUE NO TE METIERAS CONMIGO!-

Gritó furiosa, pero no esperaba que ella le devolviera la agresión con un hechizó bastante poderoso.

Simplemente Magia O Puramente AlquimiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora