La hechicera y el vidente

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Dos hechiceros, caminaban con la pequeña de ambos hacia el parque, en esa tarde soleada. Su padre, la llevaba en hombros y ella iba muy feliz, viendo todo desde las alturas.

-Muy bien, escuchenme los dos- habló hacia su hija y él, mientras caminaban -Al llegar, me sentaré en una banca a leer un libro, tranquila. Ustedes, podrán corretearse por ahí y jugar todo lo que quieran. No quiero bromas, quejas y mucho menos llantos- los miró y señalo a ambos -Vinimos aquí a pasar un tiempo agradable y espero que se comporten-

Terminó su discurso, como si fueran sus alumnos. Él la miró extraño.

-No estás acostumbrada a tratar con adultos, ¿Verdad?- dijo, irónico.

-No, me paso todo el día entre niños. Lo siento, es la costumbre-

Se disculpó, riendo. Él le sonrió, no había cambiado nada a pesar del tiempo.

-Bien, Eyra ¿Qué quieres hacer en el parque?- la pequeña lo miró, sonriendo -Supongo que jugar con papá, ¿No?-

Dirigió su mirada hacía arriba en donde estaba su hija.

-Ella casi no habla, Lai. Todavía es muy pequeña, tiene casi un año y tres meses- le explicó, sonriendo -Tan sólo, dice muy pocas palabras mamá, tía, leche y manzana. Le encantan las manzanas, no deja de comerlas-

Mencionó esto último, riendo. Amaba eso de su hija.

-Eso esta muy bien, ¿Hay algo más que tenga que saber de ella?- su madre pensó unos instantes.

-Si, nació el 15 de mayo. Es alérgica a las nueces, eso es algo que heredó de ti- miró al vidente, que asentía -Además, siempre se despierta de buen humor. Eso es extraño, porque lloré todo el embarazó- pensó, tocando su barbilla.

-¿Y eso por qué?-

Ya habían llegado al parque y se dirigían a la banca de la otra vez.

-No lo sé- rió por su respuesta -Simplemente, me encontraba en una etapa muy emocional de mi vida. Miraba la luna y lloraba-

Rieron los dos. Realmente, ella sabía contar historias.

-Bueno, me alegro que eso haya terminado. Ahora, Eyra...- la bajó de sus hombros al suelo -Ven con papá- la tomó de la mano.

Se dirigieron a los juegos que había en el parque. Ella, por otro lado, se sentó en una banca a leer su libro. Unos cuarenta minutos después, ellos regresaron con un regalo. Aunque, no los miraba, estaba muy concentrada leyendo.

-¿Le entregamos el regalo a mami, Eyra?-

La niña sonrió y una rosa blanca cayó en la hoja del libro que leía.

-¡Aaawww! Muchas gracias a los dos- tomó la rosa entre sus manos y la olió -Es muy hermosa, gracias- les sonrió a ambos, mirándolos -Hija, ¿De dónde sacaste eso?-

Señaló la pelota roja que la pequeña tenía entre sus manos.

-Yo se la compré- respondió él y ella, puso cara molesta.

-Lai, no debiste. No era necesario-

-Si, si debí, soy su padre- besó y abrazó a su hija, bajándola al suelo -Ve a jugar...- la animó y la pequeña, se fue.

-Gracias- lo miró y volteó a ver a su niña -No, no te alejes- iba a ponerse de pie, pero él, la detuvo.

-Estará bien, nosotros estamos aquí-

-Si, tienes razón. Pero es muy pequeña-

Sonrió. Ella era una buena madre.

-Lo sé, pero ahora no estás sola para cuidar de ella. Me tienes a mi- él se acercó y tomó uno de sus largos rizos entre sus dedos -Tengo que decirte algo- dijo, poniéndose serio de repente.

Simplemente Magia O Puramente AlquimiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora