20. Jealousy

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—¿Por qué trabaja si tiene tanto dinero? —le pregunté al asiático sentado al frente mío, señalándole con la cabeza a Tommy. Estábamos en "The Glade" solo los dos, era viernes por la tarde y no teníamos nada que hacer, así que decidimos venir a fastidiar a mi rubio favorito en su trabajo.

—Le quita el estrés —se encogió de hombros—, supongo. —Asentí con la cabeza frunciendo los labios, nunca lo había visto estresado—. ¿Cómo va todo entre ustedes dos? —levantó las cejas con una sonrisa socarrona.

Las dos pasadas semanas, habían sido las mejores en mucho tiempo. Thomas y yo pasábamos todo el tiempo posible juntos, actuando como una pareja acaramelada: nos besábamos, estábamos abrazados la mayoría del tiempo, nos llamábamos por apodos, etc.

—Perfecto —suspiré—, hoy saldremos en una cita.

Recordé que el rubio me lo había pedido en la mañana después de desayunar —tenía clases un poco más tarde que eso— "Futuro padre de mis hijos, ¿me harías el honor de salir en una cita conmigo?" Solté una pequeña risita ante el recuerdo.

—Thomas te adora, Dyl —dijo el coreano—. Literalmente.

Casi automáticamente, busqué con la mirada al británico entre el pequeño local, y lo ubiqué atendiendo a una chica pelirroja sentada lejos de nosotros. Fruncí el ceño, ella reía exageradamente y acercaba su mano para tocar sus rubios mechones. Aparté la mirada.

No, aléjate.

¡Solo yo puedo tocar su cabello!

—¡Ki! —me quejé haciendo un pequeño puchero—. Thomas está dejando que le toquen el cabello.

El asiático rió y me señaló con el dedo el lugar donde estaba el británico—. Ve y reclama a tu rubio, Dyl.

Asentí con la cabeza poco convencido, no tendría porque reclamarle nada a Thomas, no éramos nada. Aún así me paré y me dirigí hacia él con pasos fuertes. La chica ahora se dedicaban a jugar con su cabello mientras parpadeaba rápidamente, dejando ver sus grandes pestañas. Thomas la miraba sonriente. Llegué a su costado y tosí exageradamente.

—Amor —llamé a Thomas tocándole el hombro suavemente—. ¿Hay algún problema?

El rubio volteó a mirarme con la mirada divertida, al parecer le causaba gracia mi actitud. La chica de la mesa se quedó totalmente sorprendida y se le formó un gran sonrojo en las mejillas.

—No, bebé —respondió riendo y siguiéndome el juego.

—Y-yo —dijo la chica mirando hacia la mesa—. Lo siento.

—No es tu culpa —dije sintiendo compasión por la chica, Thomas era realmente atractivo y tal vez ella pensó que tendría una oportunidad con él—. Es realmente guapo —señale al rubio con la cabeza, quien se encontró de hombros.

—Hacen una muy linda pareja —dijo la pelirroja con una pequeña sonrisa.

—Lo sé —respondió Thomas antes que tuviera la oportunidad de decir algo. Trajo su mano a mi mejilla y la acarició suavemente, me acercó a su cara y junto nuestros labios en un tierno beso, algo que se había vuelo muy común entre nosotros la pasada semana. Me olvidé por completo de la pobre chica que nos miraba en el segundo que sus labios se tocaron con los míos, y hubiésemos seguido así, de no ser por el grito que escuchamos:

—¡Thomas, deja de besuquearte con uno de los clientes y ponte a trabajar! —exclamó el jefe del británico desde algún lugar del restaurante.

In my blood [Dylmas AU]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora