In my blood [Dylmas AU]

31. Please, don't

Septiembre 06, 2012

El timbre sonó distrayéndome del libro que estaba leyendo. Era el correo. Thomas se estaba bañando, por lo que no podría abrir. Suspirando, me levanté del sillón donde me encontraba y me dirigí hacia la puerta.

Al abrirla, un olor espantoso lleno mis fosas nasales, era descomposición. Toda la situación me daba mala espina, nuestros conocidos tenían la "contraseña" para conseguir la llave de nuestra casa, y el recepcionista siempre subía con el correo.

—¿Hola? —pregunté. No había nadie en el ascensor.

Miré hacia el piso, encontrándome con una caja. La levanté del suelo con sumo cuidado y la llevé hacia la sala.

Mientras me dirigía a la cocina para conseguir un aparato con el que pudiera abrirla, me dedique a pensar en los anteriores días. La anterior semana, había sido formidable. Mi hermoso novio había dejado de verse tanto con Isabella, y me estaba prestando más atención de la necesaria, la cual atesoraba con todo mi corazón. Hoy saldríamos a almorzar a un restaurante exclusivo. No podía ser más feliz.

Abrí un cajón sacando una tijera y regresé donde se encontraba la condenada caja. Me senté en el sillón con esta en manos.

Tomando una gran inspiración, la abrí, encontrándome con algo completamente horrible. Un gato muerto. Grité. No podía si quiera moverme para cerrarlo, había entendido la indirecta perfectamente. Encima del animal, se encontraba una tarjeta en perfecto estado. La tomé entre mis manos temblorosas.

"Besos, gatito.
—Bella"

Mordí mi labio. Había llegado demasiado lejos con todo esto. No había parado de enviarme mensajes molestándome, seguían afectándome, pero ya no tanto como antes lo hacían. O por lo menos eso trataba de hacerme creer a mi mismo.

Nunca había enviado nada físico, tan solo puros mensajes. Y ahora que lo ha hecho, algo le había salido mal, envió el gato pensado que Thomas no estaría en casa cuando lo recibiría, ya que él debía estar trabajando en estos momentos, pero este tenía día libre después de mis súplicas para que se quedara conmigo.

—¡Dylan! —escuché la voz de mi preocupado novio—. ¡Pero que carajos! —miró a la caja espantando—. ¿Quién haría algo así?

Al parecer no había visto la tarjeta. Logré separar mi mirada del animal, y la dirigí hacia mi novio. Podría decir que había salido de la ducha corriendo, su cabello estaba mojado y usaba ropa arrugada, se la había puesto rápidamente.

Tenía que contarle lo de Isabella. Ya era hora.

—T-Tommy, tengo que decirte algo —susurré sintiendo como mis ojos se llenaban de lágrimas. Él agarró la caja, la cerró y la lanzó al piso.

—Oh, bebé —se sentó a mi costado, abrazándome—. Todo estará bien.

—Discúlpame por ocultártelo. —Me oculté en su pecho.

—¿Ocultarme qué? —preguntó separándose un poco, mirándome a los ojos.

Me sentía culpable.

—Isabella ha estado enviándome "cosas".

Sabía cuál era el punto débil de Thomas, los pucheros, y sabía que estaría enojado por haberte ocultado esto, así que decidí aprovecharme un poquito.