In my blood [Dylmas AU]

26. Hickeys

Siete de mayo, 2012.

—Buenos días, Dyl —dijo mi novio despertándome dejando suaves caricias en mi espalda desnuda.

Solía despertar sin ganas de nada, solo con quedarme en mi cama y seguir durmiendo —como cualquier persona—, pero cuando lo hacía al lado de Brodie, lo hacía con una gran sonrisa. Me sentía la persona más feliz y afortunada del universo al poder despertar con semejante dios griego a mi costado.

Su cabello rubio caía desordenadamente sobre su frente, su mirada estaba aún cansada, y sus labios estaban entreabiertos.

«Oh, Dios»

—Buenos días, Tommy. —Besé su mentón, tratando de olvidarme de los para nada inocentes pensamientos que inundaban mi mente.

Empecé a hacer pequeños círculos sobre el lugar donde se encontraba el corazón de mi novio, dejando besos sobre la manchas moradas que habían por toda su piel. Mi cabeza estaba apoyada sobre su pecho y el rubio rodeaba mi cintura con su brazo, pegándome más hacia él.

—Si que eres celoso —dijo riendo y besando mi cabeza.

—Eres solo mío —gruñí—. De Dylan O'Brien.

—Por supuesto que lo soy, Amor —afirmó—. Y tú eres mío.

Era martes, mis clases comenzaban en la tarde, y Thomas no tenía ninguna hoy. A pesar de estar solo en ropa interior, no habíamos pasado de besos, y chupetones, no podíamos. Aunque sonara raro, teníamos un horario, solo podíamos hacer el amor los viernes, y sábados. Vaya que disfrutábamos esos días.

Delineé su ombligo con mis dedos, y empecé a subir, hasta que llegué a su cuello, donde sorprendentemente no había ninguna marca. Decidí cambiar eso: me subí sobre él en un movimiento rápido, sin darle tiempo para reaccionar. Llevé mis labios a su cuello, y empecé a chupar y mordisquear. Thomas llevó su cuello hacia atrás involuntariamente, dándome más acceso. Una vez que acabé, miré satisfecho a mi trabajo, una gran "D" formada con marcas moradas se podía ver fácilmente en el cuello del rubio.

—Dyl —murmuró con la voz ronca. Sentía su erección chocar contra mi muslo—. Si sigues así, mandaré el horario a la mierda.

Gemí fuertemente cuando me agarró de la cintura para pegarme más contra él.

—Thomas, solo faltan tres días y podremos hacer lo que sea.

—Más te vale tenerme una buena recompensa por cómo me vas a dejar. Espero que el dieciséis me esperes desnudo en cama.

Entonces recordé. Bajé de su pecho, y me senté en la cama.

«Joder, el cumpleaños de Thomas era en menos de diez días»

—¿Qué quieres de regalo de cumpleaños? —pregunté volteándome para así conectar mi mirada con la suya.

—Te quiero con orejas de gato —sonrió pervertidamente—. En mi cama.

—¿Es broma verdad? —reí al imaginarme la situación.

—Tú lo has dicho —se encogió de hombros—. Tengo fetiches realmente extraños.

—Thomas, en serio. ¿Que quieres de cumpleaños?