Tres de enero, 2012.
Dylan
Sentí como una lágrima se deslizaba por mi mejilla, no podía lograr que el aire llegara a mis pulmones y empezaba a desesperarme, a pesar de haber pasado por esta situación cientos de veces, era jodidamente difícil. Traté de concentrarme en cosas sin importancia para lograr calmarme; me fijé en los azulejos del suelo y empecé a contarlos con gran esfuerzo. Después de unos minutos —y de haber perdido la cuenta—, logré sentir el oxígeno.
Traté de personar positivamente: "Me voy a levantar de aquí, llegaré a casa, tomaré una larga ducha, me iré a dormir y haré todo eso con una sonrisa" repetía mentalmente, era como una pequeña rutina de curación que siempre hacía después de tener un ataque. Se había vuelto una costumbre que tratara de sonreír cuando estos acababan, pensaba que si lo hacía lo suficiente, yo mismo me lo acabaría creyendo.
Una vez que me calmé completamente, me levanté del suelo y miré mi reflejo en el espejo. No me veía tan mal como pensaba, claro, omitiendo las horribles ojeras bajo mis ojos y el color rojizo de estos.
«¿Cuándo terminaste así, Dylan?»
Mis pensamientos fueron interrumpidos por unos toques en la puerta, los cuales causaron que saltara en mi lugar por el pequeño sonido interrumpiendo el silencio.
—¿Está bien? —dijo una voz de hombre con acento británico—. Ha estado ahí por más de quince minutos, y... no ha consumido nada.
—Si, ya salgo —dije con un hilo de voz.
Escuché como los pasos se alejaban y suspiré. Abrí la puerta y me acerqué a la caja, había entrado a la cafetería solo para usar el baño y no tenia la mala educación, ni las ganas de salir corriendo por la puerta, ya que claramente no estaba permitido usar los servicios sin consumir antes.
—Bienvenido a "The Glade" —dijo la misma voz de hace un rato—. ¿Qué desea ordenar?
Mire a la persona sin disimular, no lo sentía necesario. Lo conocía de algún lado así que decidí estudiarlo más a fondo hasta encontrar de donde lo conocía. Era un jodido ángel encarnado. Su cabello era de color rubio y parecía ser suave al tacto, tenía unos cuantos lunares repartidos por su cara y sus ojos marrones chocolate me miraban atentos. Sus facciones eran dulces y, a pesar de haberlo estado mirando por más de un minuto, no lograba encontrarle ningún defecto. Su sonrisa mostraba tranquilidad, y esta se reflejaba en sus ojos. El chico era feliz, se podía notar a kilómetros.
—¿Qué desea ordenar? —repitió con una sonrisa, al parecer mi mirada no lo había intimidado al contrario de lo que pensaba.
—Un capuchino pequeño, por favor —dije sin dejar de examinar sus ojos ni por un segundo.
—Claro —dijo él poniendo algo en la computadora que tenía al frente suyo—. ¿Podría decirme su nombre, por favor?
El chico levantó la mirada de la máquina, y esta se conectó con la mía, sentí como la electricidad recorría mi cuerpo de pies a cabeza, había algo en ese chico. Algo especial. Sorprendentemente, ví como un color carmesí se formaba en sus mejillas. Él también lo sintió.
—Dylan —dije tratando de descifrar sus ojos, quería descubrir que secretos ocultaba su sonrisa, pues la mayoría ocultaba tristeza en ella. Mi madre consideraba que tenía un don para leer a las personas pero, por alguna extraña razón, no podía leer al chico rubio en frente de mi.
Finalmente apartó su mirada y la dirigió hacia la máquina donde se guardaba el dinero, continué buscando sus iris. Eran jodidamente preciosos a pesar de ser de un color tan común como lo es el marrón, podría pasar horas mirándolos.
—Serían tres dólares con cincuenta centavos.
Me miró de nuevo, y sentí como el corazón de me aceleraba. Esta vez decidió seguirme el juego y no rendirse tan fácilmente como había hecho minutos atrás. A pesar que no quería, dejé de admirarlo para buscar algo de dinero en el bolsillo de mi pantalón. Le entregué un billete de diez dólares.
—Quédate con el vuelo —dije ahora mirando hacia el piso, sentía su mirada perforarme como yo había hecho hace unos minutos.
—Gracias Dylan —yo seguía sin mirarlo—. Muchas gracias por tu preferencia —dijo con una pequeña risita, había ganado el duelo de miradas.
Suspiré y me dirigí hacia una mesa vacía. Decidí sacar mi celular para distraerme un rato. Aunque tan solo lo usaba para descargar juegos. No tenía familiares con quien hablar, y mucho menos amigos.
"Looking trough mi phone again, feeling anxious"
Traté de encontrar algo que me distrajera del chico británico que había desaparecido por la puerta para empleados minutos atrás, pero no encontré nada. Así que me decidí por estudiar el ambiente hasta que me llamaran para recoger mi bebida. La mayoría de las mesas estaban ocupadas por grupos de amigos que se ríen de cualquier tontería. Me cansé de torturarme observando algo que nunca podría tener y cambie de dirección buscando al tierno chico rubio, quien se encontraba ocupado atendiendo a una chica que claramente estaba coqueteando con él. Aparté la mirada y rodé los ojos sin saber porque eso me incomodaba. Quería salir de aquí, lo más rápido posible, llegar a mi casa, tomar una ducha y por fin dormir más de cinco horas después de días de estudio sin parar.
—¡Dyl! —dijo una voz con acento británico. Sorprendentemente, la voz me trajo de vuelta a la realidad y me hizo reaccionar: miré extrañado a mi alrededor y al darme cuenta que nadie se llamaba "Dyl" pensé que la única posibilidad es que fuera un extraño diminutivo de mi nombre. Me levanté de mi asiento un poco inseguro y me dirigí hacia el lugar donde entregaban los pedidos, mientras más rápido saliera de ese lugar, mejor.
—Gracias —dije agarrando la bebida. Me dí la vuelta y visualicé la puerta a tan solo unos pocos metros, estaba a punto de salir corriendo cuando la mano del rubio en mi brazo me detuvo.
—Mi turno ya termino —dijo con una media sonrisa—. ¿Quieres ir a algún lado?
Lo miré entre asombrado y asustado, jamás me habían invitado a salir de una manera tan repentina y no sabía que hacer. Nunca pensé que esto ocurriría, así que no estaba preparado para esto, y yo me preparaba para todo: tenía un horario altamente estricto. Ir a la universidad, estudiar, leer y dormir. Trataba de nunca cambiar nada repentinamente en mi horario, si en alguna fecha tenía que hacer algo, lo apuntaba en mi calendario meses antes del evento. No hacia nada sin calcular fríamente lo que pasaría.
Las consecuencias de actuar sin pensar, podrían ser catastróficas para mi, o eso pensaba.
Por un lado, el rubio transmitía confianza y parecía ser totalmente inofensivo. Pero por el otro podría ser un traficamos de órganos y cuando menos me lo espere, estaría en una tina llena de hielo sin un riñón.
—En verdad me gustaría conocerte —dijo con una pequeña sonrisa y mordiéndose inconscientemente el labio inferior. Este pequeño gesto hizo que mi corazón se derritiera, estaba nervioso.
¿Qué es lo peor que podría pasar?
NOTA:
Como se habrán dado cuenta, este libro estará basado en el tercer álbum de Shawn Mendes, pero más específicamente en la canción "In my blood" aunque no sea exactamente plasmar la letra en un el libro, me basé en la canción para escribir y probablemente utilice algunas frases en algunos capítulos.
También habrán capítulos basados en otras canciones de otros artistas y bandas. Espero que les guste. Aprecio mucho las sugerencias.Psdt 1: V E R S A T I L E S
Update (17/04/17 vengo del futuro, okno): Lamento tanto los horrores ortográficos, los editaré una vez que acabé la historia. Prometo que mejora en los siguientes capítulos ahre.Update (21/12/18) editado, wuuu.
—Ares
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In my blood [Dylmas AU]
Hayran KurguPORTADA: @Fucktommy La vida de Dylan se había convertido a tonos grises muchos años atrás, simplemente no tenía ningún sentido. Pensaba que estaba en un abismo del que nunca saldría; hundiéndose cada vez más en el dolor y soledad. Entonces, Thomas...