In my blood [Dylmas AU]

30. Idfc

Gruñí sin abrir los ojos. Me negaba a despertarme por completo, estaba demasiado cansado para hacerlo, quería estar en la cama por algunos minutos más. Me pareció extraño no sentir los brazos del rubio rodeando mi cintura como todas las mañanas.

—¿Tommy? —murmuré adormilado. No recibí respuesta.

Ahora si me preocupé. Me levanté de la cama de golpe, y fui hacia el baño para ver si ahí se encontraba mi novio. Obviamente no esperaba encontrarlo vacío. No había ninguna situación en mi mente en la cual Thomas me dejaría en mi cumpleaños.

—¡Thomas! —grité.

«Cálmate, Dylan. Tal vez te esté haciendo una sorpresa» traté de tranquilizarme. Pero todo en mi me decía que no era así.

—Dyl... —escuché la voz desde la sala. Corrí hacia el lugar, encontrándome con un rubio hecho un manojo de nervios. Estaba parado a fuera de la puerta de entrada. Me miraba lleno de culpabilidad.

—¿Qué ocurre? —pregunté acercándome un poco más a él.

—Lo siento, Amor —abrió la puerta—. Isabella llamó, realmente me necesita. —No podía responder nada, estaba completamente sorprendido para hacerlo. Planeaba celebrar un lindo cumpleaños, hacia años que no los tenía, pero al parecer, el universo me odiaba—. Regresaré lo más pronto posible, en serio lo siento. —Sentí una punzada en el corazón. Bajé la mirada al piso—. ¿Bebé?

—Por favor quédate —le rogué.

—Sabes que no puedo...

—Entonces vete, Thomas —gruñí alejándome de él. Una expresión de dolor cruzó su rostro. Trató de agarrar mi mano—. Lárgate con tu perfecta Isabella.

Agarré la puerta, e hice una seña con la cabeza para que la cruzara.

—Prometo regresar antes de la tarde.

—No me importa, si quieres quédate con ella.

—Dyl, por favor entiende. Me llamó llorando, rogándome que vaya con ella. Regresaré a penas pueda, te lo compensaré. Haremos lo que tú quieras el resto del día. —Me rodeó con sus brazos, pero no respondí el gesto—. Feliz cumpleaños, te amo.

—Vete a la mierda, Thomas  —murmuré empujándolo.

Le di la espalda, y regresé a la habitación para cambiarme e ir a algún maldito lugar fuera de el apartamento. No podía explicar lo decepcionado que me sentía, era una sensación que me quemaba por dentro. Esas eran las desventajas de ilusionarte, volar alto, la caída era demasiado dolorosa. Me había encargado por años de construir una gigantesca pared para evitar este dolor, pero no fue lo suficientemente alta para el rubio.

Una vez que estaba con ropa decente para salir, volví a la sala, donde ya no se encontraba el británico. La decepción incrementó, tenia la pequeña esperanza de que se hubiera quedado por mi. Al parecer, no era lo suficiente importante para él.

[...]

Decidí ir al único lugar donde me podía distraer por completo, la biblioteca de la universidad, mi anterior hogar, donde pasaba la mayoría de mi tiempo libre, donde me sentía seguro. Thomas cambio eso, pero aún así, estaba celebrando otro año de mi vida en este espacio.

Después de dos horas tratando de memorizarme los nombres de todos los músculos de la cara, me aburrí. Deambulé por el lugar un rato, hasta que llegué a mi sección favorita, donde se encontraba la literatura griega. Encontré el libro que buscaba, "La ilíada".  Pero cuando traté de agarrarlo del estante, una mano se cruzó con la mía.