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Lo miro con cierta vergüenza y felicidad. No puedo ocultar mi estúpida sonrisa. No es verdad esto, no. Es como si fuera un sueño del cual no quisiera despertar nunca. Ahí está, tal como yo lo imaginaba. Piel morena clara, ojos de un color café oscuro, pestañas rizadas, el pelo alborotado por el viento, delgado, con la cintura un poco marcada. Todo él, es perfecto. Incluso su outfit, le queda perfecto.

Entra cuidadosamente en la sala. No sé qué hacer, no sé si pararme, esperar a que se siente o que.

Decido pararme. Se acerca más a mí y lo estrecho con mis brazos, en mi pecho. Al hacer eso, me doy cuenta de que estamos del mismo tamaño, eso es un punto erróneo para mí. Él ha de haber pensado que era más alto.

Rodea mi espalda con sus delgados y delicados brazos. Sí, esto era lo que necesitaba desde el primer momento que hablamos.

Hundo mi nariz en su cuello. Mmm, hule delicioso. Y su cabello, ni se diga.

Me aparto de él y me mira con sus ojos cristalinos.

—Por fin juntos —murmura.

Mi sonrisa no puede estirarse más. Las mejillas me duelen, pero me cuesta quitarla de mi rostro.

Asiento y me inclino para sentir sus labios con los míos. Lo necesito. Pero él se aparta. Ouch, eso me dolió.

—No —su voz tan dulce.

Vuelvo asentir. La cara la siento muy caliente y mi corazón latiendo más deprisa. Lo vuelvo a abrazar. No quiero soltarlo nunca. Este momento es mágico y quedará por siempre en mi memoria.

—Llegaste tarde —por fin logro decir algo.

—¿Cuánto me tarde? —su voz es de preocupación.

Al menos no me dejo plantado.

—Una hora.

Su cara le cambia y se encoge de hombros avergonzado por el tiempo que estuve esperándolo aquí. Y no lo culpo, yo también me sentiría así

—Es que cuando llegue aquí no me percate que estaba en salidas de salida y perdí tiempo ahí. Perdón.

Supongo que por los nervios no se dio cuenta de que estaba en la sala equivocada. A decir verdad, no sé qué tan grande sea aquí en la central.

—¿Nos vamos? —interrumpe.

Toma mi mochila y se la cuelga en su hombro. Ah no, eso sí que no. No vas a cargar nada.

—Sí. Pero dame la mochila, yo la cargo —se la quitó.

—Pero quiero ayudarte.

—Mejor llévame a tu casa —sonrío.

Salimos de la sala. Al fin.

Caminamos por un túnel no tan largo. Alex tiene la mirada al frente, pero yo no puedo dejar de mirar tanta belleza. Ahora me doy cuenta de que en las fotos no es lo mismo. Y las llamadas igual. Su voz es mucho más dulce, pero no tan aguda, eso me encanta.

Llegamos a la famosa "salida de salidas", donde infinito se perdió buscándome aquí. La verdad es que es muy grande. Hay mucha gente y muchas entradas o salidas. Ahora entiendo porque llego tan tarde.

Llegamos a una parada de camión. No quito mi vista de él. Se siente intimidado e incómodo, pero no me importa. Él debe de saber que es guapo.

—¿Cómo te fue en el camino? —pregunta con nerviosismo.

BETTER US | 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora