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      26 de marzo


Me muevo para cambiar de posición, pero no abro los ojos. A lo lejos escucho una leve risa. Ay no, no me molesten. Me cubro la cara con las cobijas para no abrir los ojos, pero es imposible, los he abierto. La luz me lastima un poco la vista, espero a que se me pase y me siento mirando a infinito que está riéndose a carcajadas. No sé qué le parece gracioso. Frunzo el ceño mientras me froto los ojos.

—¿Cuánto tiempo llevas ahí?

Debe de estar mucho tiempo ahí y yo ni me daba cuenta.

—Lo suficiente para verte dormir —se dirige hacia mí.

—Acuéstate un rato conmigo —me hago a un lado y vuelvo a acostarme, pero ahora con infinito. Lo abrazo y no dejo que se destape. Hace un poco de frío, bueno, al menos eso siento yo.

Vuelvo a cerrar los ojos y dejarme llevar por el sueño.


Estamos los dos en una enorme casa. Infinito está feliz, muy feliz. Es nuestra casa. Al fin viviremos juntos y tendremos nuestro futuro, como siempre lo hemos querido.

Infinito de verdad que está feliz.

—Que hermoso es esto. Te amo —se abalanza para besarme.

—Será nuestra y de nuestros hijos.


Despierto sonriendo. Ha sido un sueño muy raro, pero también muy bonito. Infinito y yo viviendo juntos. En serio que me encanta esa idea.

Volteo a verlo y está sonriendo, como en mi sueño.

—¿En qué piensas? —interrumpo sus pensamientos.

—En ti.

Sonrío y lo beso.

—¿Sabías que eres el mejor novio del mundo?

—Creo que me estás confundiendo —frunce el ceño.

Uy si, de entre tantos novios que tengo.

—No, no te estoy confundiendo —me abraza—. Eres el mejor novio del mundo —susurro en su oído

Pone los ojos en blanco. ¿Nunca se le quitara esa maña? Para todo pone los ojos así. Pero lo más curioso es que se ve muy chistoso haciendo eso.

Se levanta del sofá para ir a la cocina. Yo me siento para ponerme la playera. La verdad hoy tengo un poco de flojera para salir, pero a él no le gustara mucho quedarse en casa y a mí me gustaría conocer un poco más la Ciudad. No vine para estar encerrado todo el tiempo. Que valga la pena el viaje y la incomodidad del asiento.

Entro a la cocina. Me acerco a él porque ya tengo hambre.

—¿Qué vamos a desayunar?

—Lo mismo de ayer —levanta sus manos. Lo miro extrañado—. Pues no hay nada jajá. Mi papá salió y solo hay huevo.

Así que su papá no está. Solo espero que no me haya visto sin playera. No quiero que piense más cosas malas de mí.

—Pues sí, aquí lo tienes —tomo su mano para ponerla en mi sexo.

—Eres un sucio —se ríe a carcajadas—. Y un estúpido.

Se da la vuelta para abrir el refrigerador. Saca jugo de naranja y sirve en los vasos.

BETTER US | 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora