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Al día siguiente desperté para ir a trabajar. Respondí el mensaje de Alex y salí de casa. Tenía sueño y empezaba a quedarme dormido en el taxi. Cuando llegue, todos me saludaron con abrazos y apretones de mano. Yo a la única que quería ver era a Martha. Seguro que ella querrá que le cuente toda la historia.

—¿Y Martha? —le pregunte a una mesera que en mi vida había visto aquí en el restaurante.

—Ah ¿Es una chica medio robusta y cabello no tan largo de color café escuro? —supongo que sí es nueva.

—Sí, ella.

—Creo está en el baño —toma su bandeja con los alimentos y sale.

Voy a esperarla a que salga, mientras me pondré mi uniforme.

La puerta del baño se abre y ahí esta ella. Su cabello ya no lo tiene lacio. Lleva unos rizos no tan marcados y lleva maquillaje. Qué raro en ella, me sorprende que se vea tan guapa.

—¡Julián! —grita con mucha alegría.

—Martha —levanto la mano.

Corre y me abraza. Huele a chicle. De verdad que esto me tiene muy angustiado.

—¿Qué tal? ¿Cómo te fue?

—Antes de que empieces a atacarme con tus preguntas, primero dime, ¿Por qué tan arreglada? —frunzo el ceño y entrecierro los ojos.

—Voy a salir con un chico. De hecho, hoy descanso, pero solo vine a que me pagaran.

—Ya vas de zorra, como siempre.

Se echa a reír.

—No, tonto.

Volteo los ojos y ahora yo le cuento sobre Alex. Desde horas antes de que lo conociera, hasta que llegue aquí a Oaxaca.

Martha expresa su felicidad con una sonrisa cada que le cuento algo que a ella le parece bonito. Incluso le muestro el collar. El collar con el cual sabré que infinito siempre estará conmigo en todo momento.

Después de terminar toda la historia. Me despido de ella. Se le hace tarde para ir con su chico. Pero antes de irse se voltea para decirme otra cosa más.

—Por cierto Jul, Al vino un día aquí al trabajo, venía para platicar contigo. Pero yo le dije que no estabas.

¿Ahora qué quiere ese?

—¿Le dijiste que estaba en la Ciudad?

—No. Solo le dije que te enfermaste, pero que en cuanto te recuperaras quería hablar contigo.

—No tengo nada que hablar con él. Así que si lo vuelves a ver dile que ya no quiero nada.

Asiente.

—Bueno, me voy.

—Cuídate y mucha suerte.

—Gracias —se vuelve y sale del trabajo.


   ---❤️--- 


Los meses pasaron con rapidez. Cada noche yo hablaba con infinito, pero él siempre lloraba y me pedía que regresara, pero mi respuesta era que ya habíamos hablado de eso. Hasta cierto punto me fastidiaba que siempre llorara. Incluso tuve una discusión con él cuando me enteré que no comía bien. Me preocupaba pensar que infinito tuviera problemas alimenticios a causa de la depresión que desato. Yo no pensé que esto acabaría tan grave.

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