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      27 de marzo


Me despierto de inmediato al escuchar ruido en la cocina. Veo la hora y son las ocho con trece minutos de la mañana. Bostezo y me estiro. Miro por la sala y no está Alex. Qué raro, él ya debería estar mirándome aquí. Antes de echar un vistazo, me pongo la playera, no vaya a ser que sea su papá y me vea así. Salgo de las cobijas para ver quién es el que hace ese ruido, tal vez sea él. Abro la puerta, pero me encuentro con su papá. Menos mal que me previne para que no me viera semidesnudo.

—Buenos días —sonrío para ser amable.

—Buenos días, Julián.

¿Entonces dónde está Alex? Mmm. Tal vez en su cuarto. Ahorita verifico eso.

Se me ocurre una idea maravillosa. Preparare el desayuno para infinito, su papá y yo. Tal vez así su padre no me odie tanto y empiece a quererme.

—Señor... esté... quería decirle si me daba permiso de... hacer el desayuno —digo casi en un susurro.

—Claro, la cocina es toda tuya.

Wow, muchas novedades. Primero me contesta bien mi saludo y ahora me deja hacer el desayuno diciéndome que la cocina es mía. No bueno, esto si puede mejorar.

Se me ocurre hacer huevos rancheros con una salsa roja no tan picante. Bueno, supongo que mi suegro ya compro más comida. ¿Qué acabo de decir? ¿Suegro? Pues en teoría si lo es. Pero se escucha raro... mejor señor o su papá.

Preparo la salsa y me ha quedado como yo quise. No tan picante y deliciosa. Ahora hago los huevos estrellados y frío las tortillas.

Sigo sin saber dónde está Alex, pero tal vez siga dormido. Huevon como siempre.

Saco los platos. Primero le sirvo a su papá. Los míos y el de infinito los haré más al rato. Mejor subiré a ver si está en su cama. Ya tiene que haber despertado.

Abro la puerta de su cuarto y si, efectivamente está dormido. Su carita de ángel me hace querer abrazarlo y besarle toda la cara. Pero mejor lo moveré. Tomo sus hombros y lo sacudo cuidadosamente. No se mueve ni hace nada, solo se queja.

—Bebé —pero no responde.

Me siento en la cama esperando a que abra esos ojos. Se frota los ojos bostezando. Parpadea varias veces hasta abrirlos completamente.

—Bebé, despierta.

Él sonríe.

—¿Qué hora es? —se estira.

—Son las diez.

—Ya es tarde, se supone que íbamos a salir y ve.

—No te preocupes bebé, podemos salir por aquí cerca y ya mañana nos vamos temprano a Chapultepec. También tienes que descansar —sonrío. No quiero que tampoco se sienta presionado por querer llevarme de paseo y enseñarme toda la Ciudad. —Ven, párate, te prepare el desayuno.

Estamos en la cocina. Su papá ya no está aquí, que raro. El desayuno ya está listo, yo no lo deje así, pero pues su papá se tomó la molestia.

—Desayunemos —anuncio.

Alex se sienta y yo igual. Doy una mordida, sabe bien. Espero que a infinito si le guste.

—Enserio cocinas de maravilla —su comentario me hace sentir soñado. La verdad es que si me lucí en este desayuno.

—La verdad, si me quedo bien —no puedo evitar reírme.

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