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El día que se supone debo estar en cama descansando y comiendo lo que se me antoje, estoy en el trabajo. Es un infierno esto, hay mucha gente, los comensales piden y piden más comida. Trato de no perder la compostura, necesito relajarme. Entro un rato al baño para mojarme la cara.

Entra una llamada. Me seco las manos y reviso quien es: Braian.

—Hola, Braian.

—¡Feliz cumpleaños!

—Muchas gracias, no me esperaba tu llamada.

—Pues ya ves —suelta una carcajada.

Hablar con Braian me reconforta. Nuestra relación entre él y yo es muy buena. Cuando necesito un consejo, él siempre está ahí. No nos vemos como cuñados, más bien como hermanos.

—Gracias por la felicitación, pero tengo que volver al trabajo.

—Cierto. Pásatela bien, adiós.

Salgo del baño un poco más relajado. Bueno, la verdad es que quiero escuchar a Alex. Escuchar su voz me calmara más. Regreso al baño otra vez. Busco su número y lo pulso.

—Hola, gordito.

Y por arte de magia mi estrés se esfuma. Su dulce voz me encanta, me encanta escucharlo feliz.

—Hola, bebé. ¿Te voy a ver en la noche?

—Sí, gordito, pasó por ti a tu trabajo.

—Vale, aquí te espero, mi amor.

—Feliz cumpleaños, tarado —no puedo evitar sonreír. Me miro en el espejo y veo mi reflejo: una persona sonriendo como idiota.

Se me escapa una risa de felicidad. Ya quiero verlo para festejar mi cumpleaños.

—Gracias, bebé. Ya me tengo que ir, nos vemos al rato.

Salgo del baño y entro a la cocina. Rocío está parada sosteniendo un pastel. Mis demás compañeros gritan feliz cumpleaños. Sonrío y les agradezco a todos por este detalle que me han tenido.

Corto el pastel y reparto a cada uno una rebanada. El pastel es delicioso, es de chocolate y tiene pequeños pedazos de chocolate.

Comemos lo más rápido para volver al tormento y mientras espero a que llegue la hora en la que me voy e infinito arregla todo mi día y más en esta fecha especial. Incluso los mensajes de mi familia me hicieron sentir mejor. Escuchar a mis padres me hizo sentirme mejor. Recibir mucho amor de las personas que quiero en mi vida, es lo único que me basta.


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—Chiquita, ya llego tu amado Romeo.

Miro a mi compañero con una sonrisa.

—Cállate.

Dejo lo que estoy haciendo para irme a asomar. Mis compañeros me gritan y hacen comentarios graciosos. Asomo la cabeza y lo veo, me sonríe y lo saludo con la mano.

Entro al baño para cambiarme. Meto mis cosas a la mochila. Me despido de Rocío, ella me da un fuerte abrazo y salgo de la cocina. Camino hasta donde está él, lo miro de arriba abajo levantando las cejas al ver su vestimenta. Playera blanca, chamarra y pantalón de mezclilla con botas color arroz.

—Te ves guapo, bebé —le doy un beso.

—Aquí no lo hagas porque me pongo celoso —grita un compañero.

Sonrío y tomo su mano para salir de ahí y dejen de estar haciendo sus comentarios inapropiados.

—¿Cómo te fue hoy, gordito?

—Muy bien. Me trajeron un pastel de chocolate.

—Que buen detalle, corazón.

Agarra mi rostro con sus manitas y me besa, me llena de besos. Me está consintiendo, eso me agrada, me gusta mucho que sea así de cariñoso, que sea muy rosa.

Todo el camino a casa es muy extraño. Alex está muy feliz, incluso más que yo. Algo me oculta, pero no quiero preguntárselo. Sé que quiere ocultarlo, pero no puede, es muy notorio.

Meto la llave en la cerradura y la hago girar. Busco el apagador y enciendo la luz. El cuarto se ilumina, hay globos en el techo y muchas hojas de color en la pared. Me quedo mirando todo sin comprenderlo. Leo las letras enormes de «feliz cumpleaños» una sonrisa aparece poco a poco en mi rostro. Cierra la puerta y yo me volteo para agradecerle. Esto es muy bonito. Me recordó a cuando vine por primera vez y me encontré con los carteles en su cuarto.

—¡Bebé, muchas gracias! —Lo abrazo y lo levanto por los aires—. Gracias, gracias, gracias.

Toma mi mano y me lleva a leer cada una de las hojas. Cada frase que él escribió me hace sonreír más, la cara me duele y siento que ya me quede así por un rato. Revienta un globo y el confeti cae en mi cabeza. Se tapa la boca como un niño al hacer un broma.

—Que chistoso.

—Ven, tienes que ver el regalo que más importancia tiene.

Vamos al cuarto, enciende la luz y sobre la cama está un peluche de perro. Lo tomo entre mis manos. Está hermoso con su rosa en la boca. Sin duda esto es el mejor regalo de cumpleaños. Estoy muy feliz.

—Qué bonito.

—¿Si te gustó?

—Me encantó —le beso sus labios.

—Ese peluche es como si fuera nuestro hijo... digo, hija, porque es hembra.

—¿Ah sí?

—Sí. Pero se llama Chucho.

—Es hembra y tiene nombre de hombre, curioso.

Sonríe y lo toma para besar a Chucho.

—Ahora, disfruta de la música.

Enciende la televisión y suena Thinking 'Bout You. Nos acostamos como si fuéramos una familia. Alex en mi pecho con Chucho en medio de los dos. Esa canción es mi favorita. Me recuerda a él. Siempre estoy pensando en él. Lo amo tanto.

—Esa es mi canción favorita, porque siempre estoy pensando en ti —le digo.

—Yo también pienso en ti, siempre —entrelazamos nuestras manos.

—No sé qué voy a hacer cuando me vaya al curso y no te tenga a mi lado.

—No hablemos de eso ahorita, por favor.

Tiene razón, no quiero ponernos tristes. Asiento y beso su cabeza.

—Este ha sido el mejor cumpleaños, gracias bebé. Te amo infinitamente —admito.

—Te amo infinitamente más.

Acaricio su rostro, su barbilla. Su piel tan suave. Lo extrañaba mucho esos días en los que no lo tuve cerca. Fui un idiota al perderlo, pero ahora no lo volveré a hacer, lo quiero en mi vida, siempre.

Joder, lo amo, lo amo contoda mi vida.


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BETTER US | 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora