Estoy sentado, bajo el árbol. La noche se hace cada vez más fría. No tengo noción del tiempo y no quiero revisar mi celular para no toparme con mensajes de Alex. La luna está muy brillante y redonda. El cielo está lleno de nubes aborregadas, las estrellas están igual de brillantes que la luna. Mis lágrimas han dejado de caer, estoy más tranquilo y relajado con las piernas pegadas a mi pecho, abrazándolas. Los nudillos me duelen un poco y tengo sangre seca en toda la mano y en mi pantalón.
El frío me cala en toda la espalda y los costados. Me paro lentamente y sacudo la tierra de mis pantalones. Miro todo mí alrededor para saber dónde estoy y poder irme a casa a descansar para despejarme de todo lo que acabo de presenciar. Me percato de que no estoy tan lejos de mi casa. Corrí en la dirección correcta, solo tengo que caminar dos cuadras más y listo.
Con las manos congeladas que casi no siento los dedos, abro la puerta con dificultad. Enciendo la luz y me quito toda la ropa aventándola al suelo. Me pongo el pijama y un suéter para no pasar frío. Dejo el celular, la cartera y las llaves en el mueble y después apago la luz para acostarme. Pero lo único que consigo es volver a recordar ese maldito beso y volver a llorar a moco tendido.
Mi celular vibra y la pantalla ilumina la habitación. Lo tomo con manos temblorosas y aparece su nombre. Trato de tranquilizarme un poco para contestar.
—Julián...
—Déjame en paz, no quiero verte.
Digo lo más cortante que puedo y sin parar de llorar. Su maldita voz de niño inocente como si nada hubiera pasado hace que me enoje de nuevo.
—Por favor, déjame explicarte.
—No hay nada que explicar, Alex, vi todo.
Y me dolió.
—Julián, por favor, ábreme.
—No estoy en mi casa —miento.
—¿Dónde estás?
No quiero seguir hablando con él. Me destroza demasiado estar escuchando su voz.
—Adiós, Alex.
Cuelgo y cierro los ojos para continuar llorando como nunca lo había lo hecho. Me aferro a las cobijas con fuerza y la rabia que siento invade todo mi cuerpo de nuevo. Golpeo el colchón con fuerza, descargando mi furia. Me tapo la cara con las cobijas y me hago bolita hasta que dejo de llorar y me quedo perdido en el sueño.
Esteban y Alex están juntos. Los veo a lo lejos tomados de las manos. Alex se ve feliz, muy feliz, más feliz que estando a mí lado. Eso es como una apuñalada por la espalda.
Se besan, ríen y juguetean con sus manos. Quiero gritarles, pero no puedo, solo estoy viendo la escena. Trato de mover mis pies, pero no me responden. Es como si estuviera pegado al piso.
Los vuelvo a observar, pero está vez, Esteban se hinca y Alex se lleva las manos a la boca, sorprendido. Esteban saca un anillo y mueve los labios, pero no alcanzo a escuchar.
—¡Nooo! —grito para mí.
Alex mueve la cabeza aceptando y lo eleva entre sus brazos para darle un beso.
—¡Nooo!
Despierto gritando y con la respiración muy acelerada. Trago saliva una y otra vez tratando que se me pase. Toco mi cara y está muy mojada por el sudor. Volteo y no encuentro a Alex.
Me subo al respaldo de la cama para recargarme y procesar lo que acabo de soñar.
Miro la hora y ya casi es medio día. Veo las notificaciones y tengo llamadas de Rocío, pero no de él... eso me da otro golpe en el corazón. Borro las llamadas de Rocío, hoy no iré a trabajar, no me siento bien como para irme a estresar más. Lo justificare después.
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BETTER US | 2
Teen Fiction"Estoy sentado esperándolo. Miro el reloj del celular: ya a pasado una hora y no llega. Escucho música con los audífonos puestos. Miro una vez más el celular hasta que volteó... esta ahí... esta en la puerta con una gran sonrisa. Me llevo el celular...