Erick
Subí por los escalones del viejo edificio hasta llegar al ultimo piso. La noche estaba helada. Más de lo normal. Ajusté aun más la gorra en mi cabeza y metí mis manos dentro de los bolsillos de mi chaqueta. Al llegar a la muerta a abrí sin problema alguno. Me acerqué a la mesa que estaba en el centro del departamento y dejé el paquete amarillo que estaba dentro de mi chaqueta sobre ella.
- Espero que esté todo ahí, mocoso
El estúpido de Franco se creía el líder del grupo. Ese viejo cree que sin él nada funciona.
- Lo está, viejo imbécil. Ahora déjame en paz.- Ooh, no tan rápido, la chica ¿qué hay con ella?
- No parece querer acercarse a mí en lo absoluto. Es mejor que la dejes en paz.- Eso no es lo que mis informantes de dijeron, mocoso mentiroso. Vas a traerla aquí. Hoy.
- No ¿Qué esperas que ella haga por ti? No es alguien que se doblegue fácilmente.- ¿Acaso te importa lo que le pase a esa chica?
- No. No me importa, es solo que es la mejor amiga de mi hermana, no voy a dejar que ella pase por esto solo que por a ti te molesta el culo.
- O la traes tú, o me la traen cinco. y sabes muy bien lo que pasará.
Me estaba ahogando en mi propio enojo. ¿Cómo mierda voy a poder traerla aquí si acabo de alejarla? Salí de ahí lo más rápido que pude. Le di el maldito dinero que le debía y ahora... ahora quiere acercarse a ella. No quiero ni pensar en las cosas que puede hacerle. Me hierbe la sangre de tan solo imaginar que...
Destenso mis manos solo para sacar las llaves de casa de mi bolsillo derecho. Al abrir la puerta la imagen con la que me encuentro es un tanto confusa. Ella estaba aquí, en mi casa, con un pantalón corto (muy corto) y una de mis camisetas encima. ¿Qué?
Amalia apareció en la escena con una cobija y un par de almohadas en sus manos, me miró por un segundo, debí haber parecido un verdadero idiota mirándola como lo hice. Joder, sus piernas son preciosas.- Erick, ¿Qué mierda haces?
Amalia me reprochó el quedarme viéndole
- ¿Yo que mierda hago? ¿Qué mierda hace ella aquí?
- No te importa. Ve a encerrarte en tu cueva y no salgas hasta mañana.- No me jodas, punto.
- ¡Que te den, amargado!
Ella subió al segundo piso mientras bajaba su dedo. Faye seguía mirándome con los ojos entrecerrados. El corazón estaba a punto de salirse por mi boca. Había una expresión de diversión disfrazada de falsa inocencia en sus ojos, en sus manos entrelazadas tras su espalda, en la forma de su sonrisa... como si de verdad intentara ocultar algo.
- ¿Tu que miras, niñata?
Abrió la boca en un impulso, pero la cerró inmediatamente. Sabía que no respondería, no ella, no ahora. Pasó por mi lado dejando su perfume en el camino. Me obligué a mí mismo a no voltear para mirarla otra vez.
- Cierto, se me olvidaba algo...
Su voz sacó de mí toda fuerza de voluntad. Volteé a verla y una tela de color negro cubrió mi cara. Lo quité en un segundo y de inmediato lo reconocí: era mi camiseta. Esa camiseta.
La expresión en su rostro cambió drásticamente, ya no era inocente, coqueta, ahora su cara solo me daba a entender que quería asesinarme con sus propias manos.Te gustó jugar con la Faye enamorada...
Joder, ella no podía haber dicho eso. No de esa forma. No después de todo este tiempo. ¿En realidad no entiende nada? No puedo hacerlo. Hay personas que quieren joderla y no puedo jugar al guardaespaldas prendado la niñata caprichosa.
Subí a mi habitación y cerré la puerta con tal fuera que estoy seguro de que ambas lo escucharon. La música estaba a todo volumen. No iba a bajar nada, aunque les molestara el puto culo. Acabo de recibir un mensaje de mi fantástica hermana diciéndome que Faye va a aquedarse aquí esta noche. ¿No tenía otro puto lugar al que ir? ¿No podía dejar de meterse conmigo y simplemente desaparecer?
Salí de la habitación en dirección al baño, necesitaba mojar mi rostro y tranquilizarme un poco. No podía ser normal que solo por el hecho de estar unos putos metros cerca me pusiera de esta forma. La odio, joder. Odio no poder pensar que...
- Perdona, enseguida me voy.
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Liquid Life
Teen Fiction- Cuando me controla el enojo no se manejar las cosas. - Pues tendrás que aprender a hacerlo. Quiza en frente del mundo seas el tipico matón insoportable y mujeriego que no soporta a la chica rosa. Pero aquí, siempre aquí entre estas cuatro paredes...