Capítulo 26: ''No puedes defenderme''

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Se acomodó en el sofa y llevó su cuerpo hacia adelante, quedando demasiado cerca de mi. 

- Entonces, estabas despierto.

Me sonrió con amargura. La punta de su dedo índice derecho tocó el dorso de mi mano. Su mirada también estaba perdida en ese punto. 

- Despierto... y tan adolorido que no pude quitarle la puta mano de la tuya cuando quería. Responde.

Subió su mirada y me miró a los ojos.

- Una semana antes de que comenzaran las clases Damon llamó y dijo que sus padres aceptaban que viviera con ellos mientras terminaba la escuela con él, Abby y Matt.

- No entiendo porque te quedaste aquí. 

- Camille hubiera aprovechado todo a su favor para no quedarse ella también aquí. Es una forma de mantenerla lejos de la cabeza de Damon. Y de la mía.

- ¿Qué quieres decir?

- Me refiero a que mi madre tiene esa tonta idea de que Damon y yo nos casaremos después de la universidad. Lo que es estúpido considerando que no hay nada entre él y yo.

Rompió el contacto visual cuando su madre entró por el  umbral de la sala.

- Todo esta listo. Ordené un poco tu habitacion y tu cama, tiene sábanas limpias y está ordenada para que duermas bien- aclaró su madre- ¿me ayudas a llevarlo arriba? Creo que desde los doce que no puedo cargarlo en mis brazos.

Una sonrisa tierna apareció en sus labios cuando lo acomodó en sus hombros. La seguí en el acto y ambas fuimos subiendo con Erick a cuestas por la escalera. La herida en la espalda tiraba un poco de piel, pero supongo que es algo normal. Algunos escalones más y ya estábamos dejando a Erick sobre su cama. Su madre lo arropó con un par de mantas y me hizo una señal para salir de allí y dejarlo dormir. Bajamos hasta la cocina. 

- Gracias por traerlo, Faye.

- No hay de que. Yo tengo que irme, hay alguien esperándome afuera.

- Espera, Faye, hay algo de lo que me gustaría hablar contigo. Puedes decirle a la persona de afuera que pase si quiere.

- Bien. Yo le digo. 

La puerta está abierta, pasa un momento.

Envié el mensaje y guardé mi teléfono en el bolsillo. Cuando levanté la mirada, la madre de Erick estaba preparando café en tres tazas sobre la mesa de la cocina. Me acerqué a la silla de la derecha para sentarme. Escuché los pasos de Damon tras de mi, pero no se sentó jamás.

- Es muy amable de tu parte traer a mi idiota hijo a su casa.

-No es nada- agregué- solo que no se haga una costumbre.

- Bueno, no es facil para el aceptar lo que sucedió con Peter y Mía. Supongo que cuando se trata de Demonios y Cazadores las reglas están claras.

El poco café que había en mi boca me jugó una mala pasada tratando de bajar por un tracto que no debía. 

- ¿Usted sabe lo de su club?

- No le llamaría club a ese lugar... o a sus amigos.

- Él cree que ni Mía ni usted saben algo. Es dificil para Erick.

- No me siento orgullosa de las cosas que he dejado que mi hijo haga para Franco. Al final de todo parece que nunca puede dejar de involucrar a las personas aunque quiera.

- Creo que solo intenta protegerlas. A pesar de que sea un niño. 

El bufido de Damon llegó a nuestros oídos. 

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