Capítulo 34: ''Vas a ser mis ojos, Faye''

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Franco le había dado una semana para volver a caminar. En una semana exacta cumplía años. En una semana, si ya caminaba por sí sola, Abby insistiría en organizar su cumpleños como cada año. Y esta no sería cualquier fiesta. Es su cumpleaños número dieciocho. Tendría que tomar decisiones y no sería muy grato de para nadie. Porque estaba segura que decirle a Abby que no y entonces Damon trataría de convencerla como siempre. La única diferencia es que ahora tenía un maldito jefe de pandilla amenazandola, y si él se enteraba que tenía aun conexiones con su antiguo mundo era capaz de hacerles cualquier cosa. Se sentía como si se estuviera hundiendo... y no sabía qué hacer

Luego de cuatro días de intensa terapia había conseguido resultados realmente favorables. Su pierna se sentía menos pesada y cansada, pero ello requería un gran esfuerzo mental. Había logrado convencer a todos de que quería estar más que lista para bailar toda la noche en su cumpleaños. A todos, menos a Peter. Él la seguía visitando junto a Mía, pero conocía perfectamente los planes de Franco. Y si le decía alguna palabra de todo a Faye, ella iba a desmayarse de solo pensarlo. 


Dos días más después estaba a punto de dejar el bastón de lado. No porque no lo quiera, sino porque necesitaba con urgencia acostumbrarse a dar pasos sin una ayuda técnica ni nada parecido. 

Había caminado en círculos todo el dia en el mismo cuarto, cuando anocheció bajó las escaleras a la cafetería a ver que tan grandioso era el café... comprobó que no lo era. Se sentó en una de las esas y miró por el gran ventanal que daba hacia en frontis del hospital.  Un relámpago iluminó el comedor. La lluvia y los truenos sólo aumentaban la sensación de relajo. Los ruidos blancos siempre la habían ayudado con la ansiedad. Odiaba los ruidos continuos. Una alarma de auto, una batidora... la lluvia jamás caía al mismo tiempo, los truenos nunca sonaban igual.

- ¿Otra vez aquí, Faye?

Volteó para ver a la enfermera Rita con un café en la mano y un beagle en la otra.

- Solo quería tomar aire. Estoy harta de estar encerrada- respondió ella relajada.

- Faye, sabes que no puedo dejar que te quedes aquí, son las reglas-dijo con tono autoritario.

- ¿Por favor?- Faye junto sus manos en señal de súplica- Por favor, Rita.

La mujer mayor miró para ambos lados y luego se dio vuelta.

- Voy a servirme este cafe y voy a volver a mi servicio. Espero que cuando vuelva a hacer mis rondas todos mis pacientes estén en sus respectivas habitaciones. 

Se abrigó un poco con la chaqueta del uniforme y siguió su camino sin mirar atrás. Faye sujetó con fuerza los extremos de la manta que llevaba para mantener la temperatura. Un chico caminaba recorriendo las mesas, recogiendo algunas sillas y dejándolas sobre la superficie redonda. 

Le dolía un poco la cadera, pero solo era por el esfuerzo que había estado haciendo. Llevaba una semana sin parar de caminar y lo había logrado. No con la misma velocidad que antes, la mayor parte del tiempo se cansaba cada media hora, pero lo importante es que luego de la espantosa caída que había tenido no se había quedado con el miedo de volver a caminar.  se había dado fuerzas de no sabía dónde y se había obligado a salir caminando de ahí. Quizás había sido el hecho de que todos sus seres queridos estaban amenazados por Franco, o quizás pensaba que dentro de todo podía lograr salvar a su padre de las garras de ese maldito rey de pandilla. 

Nadie podía culparla. Nadie tenía el derecho en realidad. Ni Abby por dejarla de lado, ni Damon por querer a Eric, ni siquiera Peter por aceptar entrar en todo esto. Toda la responsabilidad recayó en ella desde el momento en el que Franco la reconoció como la hija del ex gerente del edificio que intentó penetrar en un asalto. 

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