Tomamos asiento quedando de frente.
— Y bien Biersack ¿de qué
quieres hablar?—dije evitando su estúpida mirada.
—De nuestra rivalidad—Mostró una sonrisa de lado.
—¿Y por qué? —Arquié una de mis cejas tratando de denotar que no me intereza.
—Porque ya estoy canzado de que siempre peliemos por cosas tontas y...
—Cálla, todo esto lo provocas tú por molestar a Ashley Purdy y por creerte mejor que yo—me levanté del asiento y me dirijí a los escalones para irme de ahí pero Andy interrumpió mi camino posandose delante de mí.
—Yo no me creo mejor que tú, soy mejor que tú—soltó una risita deseosa de poder. Tomó de mis brazos y me regresó de nuevo a la silla.
—¿Y eso quién lo asegura Biersack?—. Sonreí pasando una de mis manos por mi tupé acomodandolo detrás de mi oreja.
—creo que yo —rió a tal grado de pensar que estaba loco.
—Eres un idiota—blanquié mis ojos ignorando su comentario.
—Y tú eres hermosa—susurró después de reír ocultando su rostro del mio.
—¿qué dices Andrew?—prengunté fingiendo que no escuché su palabreria.
—No nada... —sonrió nuevamente después de dar un trago a su bebida.
Que ironía del destino, platico a lo bien con mi enemigo. Admito algo, Andy es diferente a cuando peleamos, se comporta tan tierno y sencillo, no cruel ni ofensivo. Aún no lo entiendo, maldito doble cara.
—¿ya me puedo ir?—dije tratando de ignorar que me miraba estúpido.
—No hasta que hablemos bien y sin rodeos—Dijo serio.
—Bien, suelta todo Biersack—tomé una gran bocada de aire y me dediqué a escucharlo.
—Bueno, empezemos por tu manera de ser conmigo, nunca falta el día que me ves, y que estás con el chico ojiazul y te creces, te haces la importante dejándome como un tonto diciendo tu nombre, rogando que me escuches y dejes de ignorarme. También cuando estoy con Ashley, llegas y arruinas todo ¡Es un pobre idiota! ¿Por qué lo defiendes? Eso es lo que quiero saber.—su forma de comportarse fue muy encerio, todo lo trató como un civil reservado.
—Porque me gusta, por eso.—ignoré su mirada fija en mí.
—¿Nada más eso me vas a decir?—frunció el ceño.
—Si—dí un trago a mi bebida y solté un gran suspiro. Andy se acercó a mí y con su mano acarició mi rostro.
—Eso me duele ¿sabes?—su mano se posó en mi cuello y su mirada en mi boca.
—¿Por qué? Se supone que no te debo de importar—quité su mano de mi cuello.
—Si me importas, eres mi rival —subió su mano a mi pierna dejándola ahí y acariandola.
—¡Andy no me toques!—mi enojo deslumbró a las personas que se encontraban ahí, llamando su atención.
—Perdón ______ no lo vuelvo a hacer—agachó la mirada y alejó sus manos de mí.
Su sinceridad fue más basta que nada, aún no puedo creer que esté hablando con él.
