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Harold...

En el trabajo, me acerqué a Daphne.

-Hola Daph.- la saludé

-Hola Harold.

-¿Qué tal?

-Bastante bien- soltó un suspiro.

-¿Y ese suspiro?

-Pues... al fin se me hizo con el chico de mis sueños.

-Es decir que... ¿tienes novio?

-Exacto- sonrió de oreja a oreja, mientras yo trataba de buscar palabras apropiadas.

-Me alegro mucho por ti- fingí felicidad. -Solo espero que tu chico te haga feliz.

-Gracias Harold, y de seguro que sí...

-Bien, debo irme... hablamos luego.

Salí caminando con los pensamientos fijados en esas palabras, ella tan ilusionada y yo muriendo por dentro, pero ¿Por qué? Apenas la acababa de conocer hace un tiempo y... ¿me gustaba? No... eso no... y no es por las diferencias sociales ni mucho menos, si no es que yo... no podía enamorarme, no. Nadie reemplazaría a Kennedy, ella era mi único amor y no podía sentir algo por Daphne.

Llegué a mi consultorio para poder echar a andar la mente y deducir mis sospechas.
Recosté la cabeza en la cabecera de la silla y mi vista estaba hacia el techo.
-Doctor- una voz que podría reconocer en cualquier lugar estaba llamándome.

-Perdón, perdón- respondí sacudiéndome la cabeza -¿Qué pasó Ian?

-¿Qué te traes? Te llamé por todos tus títulos y ni me pelaste.

-Lo lamento... estaba pensando- recargué mis codos en el escritorio.

-A ver... ¿en qué? ¿qué te trae loco?

-Nada, es sobre un paciente grave.

-No te creo ni la mitad- Ian se encogió de hombros. -Adivinaré... ¿es por la recepcionista?

Me revolví un poco en mi asiento y me puse nervioso.
-¿Ah? ¿ah? ¿por qué te pusiste nervioso?- él sonrió triunfante y yo le lancé una mirada asesina.

-No, no es por Daphne- negué.

-No es cierto...

-Sí, si lo es, ¿por qué me voy a poner así por alguien que ni conozco bien?- caminé a una pequeña repisa a buscar unos papeles que ni siquiera necesitaba.

-Mmmm... está bien, te creeré- se puso de pie y su localizador empezó a sonar -Emergencia en la sala 1, andando- me ordenó y salí tras él.

Llegamos a la sala de emergencias y había un niño convulsionando, empecé a hacer las maniobras necesarias para establecer al pequeño después de la convulsión. Terminé mi trabajo, fui a los vestidores para cambiarme e irme a casa. Me volví a encontrar con Ian quien también se iba a retirar.

Pasamos por la recepción donde estaba ella sentada, levanté un poco la mirada y luego la bajé de inmediato ignorándola.

Ian notó mi mala acción y me reprendió.
-Perdona, se me pasó. Iba respondiendo un mensaje importante.

-Admítelo Prescott.

-No tengo qué admitir- busqué las llaves de mi automóvil y me despedí de mi amigo, puse en marcha el carro y salí rumbo a mi casa.

Entré en mi departamento y vi un sobre tirado en el suelo, lo recogí mientras fruncía ligeramente el ceño.
Cuando lo abrí, habían unas fotos de Daphne y Alessander abrazados, pasé la siguiente y se estaban besando, y la última y la peor... una de ellos dos en la cama.

Buscábamos lo mismoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora