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Pasaron los días y llegó la fiesta de graduación. Fue algo bastante emocionante y difícil a la vez. Tomé la decisión de ir de regreso a Madrid para trabajar allá, las ganas de ver a Harold me consumían pero trataba de asimilarlo.

— ¿ya pensaron qué hacer con su vida? — pregunta George.

—yo iré a trabajar al bufete de mi tío para adquirir experiencia y luego ir a otra ciudad— dice Cass.

—yo volveré a Madrid— comento. —es justo y necesario.

—para volver a ver a tu enamorado— se ríe George.

—por supuesto que no. Quiero ir a demostrarle a Alessander que puedo destacar, que no necesito de nadie y que yo sola me bajo la galaxia entera si es lo que necesito.

— ¡así se habla! — Cass me aplaude.

—tengo que ser la mejor en Madrid y él tendrá que arrepentirse por lo que hizo.

—tienes que brillar y si le molesta que se ponga lentes porque vas que vuelas amiga— los dos me abrazan.

—pero tenemos que disfrutar que todavía estás con nosotros— George me toma del brazo y me lleva a la pista a bailar como acostumbraba a hacerlo.

Fue divertido y justo lo que necesitaba. Me despedí de mis demás compañeros del salón pues ya no los volvería a ver, ya tenía todo planeado para salir a Madrid lo más pronto posible.

Esa misma noche de la ceremonia de graduación fui al cementerio a visitar a Emmanuel.
Mis amigos me acompañaron y yo me incliné hacia la lápida.

—hola cariño — lucho porque mi voz no saliera rota, tenía muchos sentimientos encontrados. —fíjate que hoy nos graduamos. George y Cassandra están aquí. Solo nos faltaste tú— derramo algunas lágrimas.
—este era nuestro sueño, queríamos ser abogados y poner un bufete con nuestros apellidos — sonrío y veo al cielo. —pero eso no ocurrió por desgracia, te arrebataron de mi lado antes de que pudiéramos hacer algo. Pero ¿sabes? Siempre te voy a llevar en mi corazón porque cambiaste mi vida y me hiciste una mejor persona. Me iré a Madrid para triunfar, allá tengo una vida que corregir y que por desgracia no te pude contar. Te dejo esta rosa porque sé que te encantaba el blanco y esta es del mismo color. Te extraño y te quiero mucho— le di un beso a la rosa y me dejo una al señor también pues al fin y al cabo se había comportado como un padre para mí.

—muchas gracias por todo lo que hizo por ayudarme señor. Nunca me cansaré de agradecérselo, lo llevo en mi corazón pues por usted soy quien soy. Lo admiraré y respetaré siempre.

Me incorporo y mis amigos me llevan a casa.

Llegando, me quité el vestido y me puse a llorar un rato hasta quedar dormida.

El momento de partir a mi ciudad se aproximó rápidamente.

Abordé el avión despidiéndome para siempre de Cassandra y George, mis únicos y buenos amigos.

Cuando pisé el suelo de Madrid sentí una sensación de alivio.
Abordé un taxi y fui al departamento de Miranda, con suerte y aún seguía alquilándolo.

Acerté, y cuando ella abrió la puerta se colgó a mi cuello para abrazarme.
Lloramos de alegría y ella me invitó a pasar.

—cuéntamelo todo, ¿cómo te fue en Sevilla?

—bien en cuanto a la universidad. Hice dos amigos y pasó lo que te conté con Emmanuel.

—que triste Daphne. Por un momento creí que te quedarías allá.

—No, tenía que volver para ver a mi mejor amiga— sonreímos. —y porque quiero demostrarle a Alessander que soy mejor que él.

—la competitividad no es buena amiga.

Buscábamos lo mismoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora