Miranda
—me dio gusto verte de nuevo después de tanto tiempo— tomo las manos de Ian y él me sonríe. —creí que te había asustado por lo último que te dije en el parque, ya que no tocamos el tema el día que fuimos a jugar fútbol.— ¿asustarme por qué? Lo que sucede es que tengo mucho trabajo, tengo que cubrir a Harold y la especialidad quita algo de tiempo. Perdón por no mantenerte al tanto y aparecer de repente como un fantasma.
—No te preocupes, también yo he tenido mucho trabajo y estoy trabajando en una conferencia que daré en la facultad... Estoy muy estresada.
— ¿pero ya tienes casi todo listo? ¿Necesitas ayuda?
—ya todo está bien, solo necesito darle unos últimos detalles y ya. Al menos estar aquí con nuestros amigos libera un poco.
—y más para festejar que por fin están juntos.
—ya era hora de que se decidieran— sonríe.
—sí, y sé que serán felices.
—también lo creo— suspira. — ¿ya te vas?
—tengo que ir al despacho y luego a casa. Tú tenías que ir al hospital ¿verdad?
—sí tengo. ¿Nos vamos?
—traigo mi auto— me sonrojo un poco.
—bien, entonces espero a que te vayas— besa mi frente.
—gracias— le sonrío y camino a mi auto.
Para mi mala suerte este no quiso arrancar, estuve batallando con él y moría de pena.
Ian se acercó.— ¿qué le pasó? ¿No arranca verdad?
—no— digo frustrada. —maldición, justo ahora se le ocurre hacer estas cosas.
—tranquila, voy a revisarlo— abre la cajuela de su auto y trae una caja de herramientas.
— No sabía que aparte de doctor eres mecánico.
—fui aprendiz de mi padre cuando era pequeño— se arremangó la camisa.
— ¿de veras? Ay, lamento mucho meterte en esta situación... Deberías ir al hospital, yo me encargo de esto. Puedo pedirle prestado su auto a Daphne, tú llegarás tarde.
—No te preocupes, ahora soluciono esto— toma su celular y le llama a una enfermera diciendo que no podrá acudir y que buscaran a otro médico. —nada que una llamada no pueda solucionar— sonríe y echa mano de sus herramientas.
— ¿te ayudo en algo? — me pongo de puntillas para ver algo.
—No, no apenas estoy intentando llegar al motor.
— ¿y tu padre sigue siendo mecánico? — le pregunto pues no sabía qué decir.
—No, ya se retiró por el momento. Pero fue un buen maestro, de hecho eso fue lo que motivó a estudiar medicina. Veía que daba diagnósticos y todo eso a los carros y yo también quería pero con personas.
—vaya, eso es interesante. ¿Y cuánto tiempo trabajaste con él?
—varios años, hasta que cumplí 20 porque la facultad no me dejaba tiempo suficiente.
— ¿y te gustaba?
—mucho, incluso me dejó a cargo un tiempo. Me quitó el privilegio cuando llegó un señor con un problema de motor con su auto y yo le dije que no sabía qué tenía el carro y que fuera con un mecánico. — soltamos unas carcajadas. —me sentí como un verdadero payaso. Papá llegó y ya atendió al señor.
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Buscábamos lo mismo
RomanceCuando Daphne Collins comete un error, emprende una aventura que la lleva a parar hasta España. Pero su entrada a la ciudad no fue tan buena, pues ingresó a un hospital de Madrid después de ser agredida ella y otras personas. Ahí es donde conoce a H...